Supongo que ya es tarde, pero el temita se nos está yendo de las manos. Y no hablo del frenesí gastronómico que suele apoderarse de algunas cocinas en estas fechas, ni siquiera de la histeria colectiva en la que puede caer cualquier interminable fila ante una caja de un comercio del tipo que sea, de un segundo a otro e incluso sin aparente motivo. De hecho, viendo las fechas, la historia de Tabarnia podría haber sido una inocentada adelantada. También un nuevo reino de la Tierra Media, todo puede ser. La cosa anda entre la propuesta de la Plataforma por la Autonomía de Barcelona, el cachondeíto de muchos -falta hace ponerle un poco de humor a la vida-, el desdén de otros y quienes aprovechan que el Pisuerga pasa por Valladolid, que los hay. Y ya tenemos el desparrame. La constitución de Tabarnia como comunidad autónoma lleva más de 134.000 firmas en change.org, fue trending topic en Twitter el martes, tiene entrada en Wikipedia, perfiles en Twitter tipo Junts per Tabarnia, Podemos Tabarnia o el de la Generalitat de Tabarnia, que se define así: “Govern legítim i a l’exili de Tabarnia, Hem traslladat la nostra seu social al bosc d’en Puigdemont, no tenim ningú a Estremera. NO oficial, d’ús particular”. Como dijo aquél, viva el vino o, quizá mejor, el cava. Que no decaiga.
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