Descartada casi de serie la posibilidad de una campaña electoral constructiva -el tener candidatos en Bruselas o en Estremera no ayuda demasiado, tampoco el venir de momentos de polarización social extrema-, confieso que esperaba una campaña catalana más sandunguera. Y no es que esté apelando a frivolizar con el tema, que a fin de cuentas el jueves los catalanes tienen una cita para decidir cosas muy importantes, pero ya que el argumentario no parecía en disposición de aportar mucho más allá del o yo o el caos, y admitiendo que las tensiones internas entre los dos grandes bloques está dando cierto juego político, pensé que quizá habría algún recurso más al humor en esta campaña. Que el horno no está para bollos, ya, pero el sentido del humor es un magnífico ejercicio, más aún teniendo en cuenta que o mucho se equivocan las encuestas o nos viene un post 21-D de abrigo -yo ya empiezo a ver la repetición de elecciones en plan fantasma de las navidades pasadas-. En ese contexto, lo del Icetaton Complex de Miquel Iceta, más allá de la broma y de la mercadotecnia electoral, ¿será como pretende la medicina para deshacer el empate intrabloques que perfilan los sondeos? ¿O la medicina para dibujar un Govern transversal? ¿O se quedará en simple recurso electoral sin recorrido? 21-D, noche de calculadoras.