Si pasan por Zas podrán ver una exposición fotográfica de Santi Ochoa en la que se retratan infinidad de camisetas en las que se recogen mensajes críticos con la policía. Según la actual normativa -la famosa Ley Mordaza-, quien porte una de esas prendas puede ser sancionado con una multa si un agente considera que se falta al respeto a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. De hecho, ya ha pasado. Se acaba de hacer pública, además, una sentencia de la Audiencia Nacional condenando por enaltecimiento de terrorismo a una docena de raperos por ensalzar, a juicio de dos de las tres magistradas, a los Grapo. Eso sí, en la sentencia no se habla de un riesgo concreto sino “abstracto” de que las letras puedan llevar al público a liarse la manta a la cabeza. Ninguno de los condenados tiene antecedentes, pero como la sentencia es de más de dos años (en concreto, en un día) es posible que todos pasen por la cárcel. Algunas letras tienen tela, pero ni más ni menos que otras que ha habido y habrá. Ambos casos, aunque se podrían citar muchos más, son ejemplos de cómo se pueden retorcer las cosas, siendo muy legal, para cogérsela con papel de fumar. Las libertades no se construyen sólo a base de sentencias y sanciones. Mal vamos si así lo creemos.