el imperio deportivo de Josean Querejeta se tambalea. Los errores cometidos durante el verano a la hora de planificar los proyectos de fútbol y baloncesto ponen en peligro un emporio en perenne delicado equilibrio teniendo en cuenta las reducidas dimensiones y posibilidades del territorio que lo sustentan. En el Baskonia se ha podido corregir a tiempo, entre otras cosas, porque el jefe sabe muy bien de qué va el baloncesto y, además, las normas permiten cambiar sobre la marcha cuanto sea necesario hasta dar con la tecla adecuada. En el Alavés, sin embargo, todo es mucho más complicado. De esto Querejeta sabe mucho menos y, además, las asignaturas suspendidas en verano en la confección de la plantilla no se pueden recuperar hasta diciembre salvo en el puesto de entrenador. Y así nos va, con tres técnicos distintos ya -y aún tiene que llegar el cuarto- y con un equipo incapaz de competir en la élite compuesto por jugadores que no pueden, o no saben, dar un paso delante para dejar atrás la parte baja de la clasificación. Por eso, la llegada de Abelardo, Mourinho, o Guardiola al banquillo no será suficiente. La plantilla carece de la calidad mínima necesaria para evitar el descenso a Segunda. Tiempo han tenido para demostrar lo contrario.