La autoridad competente en materia de tráfico urbano en Vitoria está que se sale. De hecho, parece que los agentes municipales han tomado doble dosis de Ciripolen antes de salir de Aguirrelanda porque, la verdad, asombra el incremento logrado en su productividad diaria y en la creatividad con la que están afrontando parte de sus funciones. Al respecto, el alcalde de Gasteiz, Gorka Urtaran, informaba el pasado viernes de que hay agentes de la Policía Local que han pasado de imponer entre una y cinco multas al mes a echar el autógrafo en cerca de 80 recetas a la semana. No me extraña que a ese ritmo, las escuelas superiores de Administración y Dirección de Empresas empiecen a interesarse por los métodos recientemente adquiridos por la Guardia Urbana que, con el mismo personal que hace una semana, ha logrado reeditar el milagro de los panes y los peces, eso sí, trasvasado al ejercicio de repartir correctivos monetarios entre el personal. Dicen desde los sindicatos de la comisaría que no saben nada de huelgas de celo y que únicamente se limitan a ser estrictos a la hora de aplicar las normativas existentes. De ser así, no me extrañaría que la Policía Local fuese capaz de acabar con el crimen en la capital en dos semanas. ¿Se lo imaginan?
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