Buscas algún espacio balsámico entre tanta bronca política y cometes el error de caer en el deporte, entorno a priori de fair play, disciplina, superación... pues no. Resulta que en las últimas horas dos polémicas sacuden la información deportiva. La primera no deja de ser esa anécdota magnífica para divagar con la cuadrilla durante una buena sobremesa pero que, transformada en pimpampún político, adquiere dimensiones surrealistas: bronca sobre la camiseta de la selección española de fútbol para el Mundial 2018 porque, dicen, luce los colores de la bandera republicana. Una franja azul hace un curioso efecto visual con el fondo rojo -simple cuestión de mezcla de colores primarios en acción- y, oh my god, surge un morado que tiene en pie de guerra a la -ya de por sí soliviantada en los últimos tiempos- grada del rojigualdismo uno y grande. La segunda es el enésimo ridículo machista, en esta ocasión protagonizado por el sorteo de las NextGen Finals organizado por la ATP, con los tenistas eligiendo a modelos femeninas que debían quitarse una prenda para revelar en qué parte del cuadro les tocaba competir. La tenista francesa Alizé Cornet ha escrito al respecto: “Buen trabajo ATP. ¿Esto es un torneo que piensa en el futuro?”. Pues eso.