A estas alturas, George R.R. Martin me parece un aprendiz en eso de crear tramas imprevisibles al lado de Puigdemont y compañía. Hay una frase que me martillea la cabeza desde la rueda de prensa que ofreció en Bruselas el pasado martes: “Lluitem amb la màxima creativitat per mantenir les institucions vives i impedir el 155”. Máxima creatividad... No es la primera vez que Puigdemont habla de creatividad en el contexto del procés y admitamos que, no sé si con demasiada eficacia hasta el momento -ya se verá-, creatividad -¿y algo de improvisación?- ha habido. Así que, con esa invitación a la creatividad que casi ya parece una amenaza teniendo en cuenta el I+D+i político-institucional desplegado en Catalunya en el último mes, no puedo evitar preguntarme si detrás de ese plan acordado en el seno del Govern el viernes 27 por la noche para enviar a parte del Govern a Bruselas y dejar a otra parte en Barcelona -según explicó el propio Puigdemont- realmente hay eso, una maniobra envolvente y de internacionalización o si hay otra cosa, algo más, previsto o no... ¿Había que leer entre líneas en el protocolo de la fotografía que los consellers cesados dejaron a su llegada a la Audiencia Nacional? Lo que está claro es que en materia de creatividad al Estado le queda un trecho largo. Seguimos en la montaña rusa.