La vida sigue, aunque parezca que no desde que en Cataluña está montada la gran fiesta. Por eso, a una mujer se le condena a un año por tirar un ejemplar de la Constitución a un ex ministro para denunciar la aplicación de la llamada Ley Mordaza y no pasa nada. Por eso, ocho personas están acusadas de terrorismo por una pelea en un bar y no pasa nada. Por eso, la extrema derecha golpea y se exhibe en las calles y no pasa nada. Por eso, políticos investigados por corrupción gobiernan y legislan y no pasa nada. Por eso,... Eso sí, se deja de emitir durante unos días un programa de televisión por aquello de la actualidad informativa y se monta en las redes sociales el gran cisma. Así que uno de los compañeros del café mañanero asegura, no sin cierta decepción, que por cosas como éstas vamos como torcidos por la cosa pública, sin saber reaccionar a lo inmediato y sin poder reflexionar para tomar decisiones de cara al medio y largo plazo. Porque, a todo esto, cada día se toman decisiones desde las instituciones que nos afectan de manera directa y a las que no prestamos casi ninguna atención y por las que no pedimos explicaciones y argumentos. Es más, cuando nos topamos con algo que nos puede obligar a pensar, tendemos a mirar hacia otro lado.
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