El humor, el sentido del humor, puede tener efectos balsámicos para el alma, puede ser un arma poderosísima porque a veces en la mirada de la ironía, del juego, de la reflexión desde puntos de vista menos encorsetados, se encuentran conclusiones inteligentes y destellos de brillantez. Hablo, por ejemplo, del monólogo con el que Berto Romero abrió el programa televisivo Late Motiv el pasado martes. De esa reflexión sobre la pelea de niños que se hizo viral inmediatamente. El tuit del programa que lanzaba el vídeo del momento se ha compartido 37.000 veces y tiene más de 41.000 megusta. Quizá les haya llegado por Whatsapp. Se nos ha ido mucho la olla, pero aún hay por ahí gente con eso que se llama, quizá mal llamado, sentido común. De hecho, diría que cuando se nos pasa el apasionamiento desbordado, el común de los mortales solemos tener dosis razonables de seny. Alguien sugería en Twitter que la intervención de Romero debería ser de obligado estudio para los señores políticos, que son quienes tienen la responsabilidad -bendita palabra- de dialogar, de poner aportar soluciones. “Porque los mayores no solucionamos las cosas a gritos, los mayores nos tratamos con respeto y sobre todo nos guardamos de acudir a la violencia, que es el último argumento de los incompetentes”.
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