No, la objetividad no existe porque quienes nos dedicamos a contar las cosas que pasan no somos objetos, sino sujetos, y todo lo que se cuenta en los medios será filtrado subjetivamente por alguien mientras no haya un algoritmo informático que haga las noticias solas y nos mande a todo el gremio a la cola de Lanbide. Los medios tienen una línea editorial, la que sea, un primer filtro legítimo porque forma parte de la reglas del juego y el consumidor de información las conoce, o debería. Luego hay un señor o señora que redacta la noticia y que también tiene su ideología y su forma de ver el mundo, un condicionante del que no puede abstraerse. Aquí el truco consiste en contar las cosas con honestidad, sin manipular y aportando una visión lo más plural posible de lo que se explica. Si no se engaña a la gente, da igual que el punto de vista del narrador esté un poco más aquí o un poco más allá. Además, no todo en esta vida tiene que ver con la política, aunque últimamente así lo parezca. Somos humanos, y si los niños no te han dejado dormir, o te duelen las muelas o simplemente tienes un mal lunes es posible que viertas más acidez y mala leche sobre el teclado, y a la par menos rigor, que el día, por ejemplo, que la Diputación te devuelve la pasta de la Renta.