unas lentejas ricas se caracterizan por la perfecta integración de todos sus ingredientes. La zanahoria, el pimiento, los ajos o el puerro son tan importantes como el chorizo, el jamón y la panceta, tanto como la misma legumbre. Desde su singularidad, todos tienen que tener presencia en el guiso, que por otra parte debe estar bien amalgamado, lo que se puede conseguir echándole una patatica cascada y un buen cazo de tomate casero, para que además de ligar los elementos se consiga un punto de alegría. Y digan lo que digan, siempre será mejor poner una cazuela tapada a fuego medio e incluso bajo y dejar trabajar pacientemente a la química, que echar mano de la olla exprés, aunque todos sabemos qué vida llevamos y que a veces es imprescindible tomar atajos. Ahora bien, si ponemos la olla y nos desentendemos de ella, dejando sin más que las lentejas se hagan solas, lo mejor que nos puede pasar es que nos salga un guiso anodino, y lo más probable es que se nos queme. Si, encima, cuando vemos que la cosa se nos ha ido de las manos, en lugar de apagar el fuego y esperar a que bajen la presión y la temperatura, lo ponemos al nueve y cerramos todas las espitas de la olla, ésta estallará. En la cocina hay que trabajar siempre con amor y sentido común.
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