llegados a este punto, y sin atisbar todavía hasta dónde esta pléyade de políticos inútiles nos pueden abocar, quizá lo más conveniente sea convocar nuevas elecciones. En Catalunya y también en España, que tan incapaces se han mostrado unos como otros para llevar a cabo el mandato otorgado en las urnas de gestionar la economía, los derechos sociales y la convivencia. No parece responsable ni cabal el desprecio mostrado desde hace años desde Madrid hacia las reivindicaciones catalanas. Rajoy -y antes Zapatero, pero sobre todo Rajoy- han despachado con displicencia cada una de las peticiones de mayor autogobierno realizadas desde de la Generalitat. Además, desde el PP se han fomentado durante este tiempo campañas anti catalanas con el único y miserable fin de recalar votos en otras zonas del Estado. De aquel 26% de independentistas existente en 2011 se ha pasado al 46% apenas seis años después. Y estoy seguro de que este porcentaje es hoy mismo significativamente mayor después de ver el disparatado despliegue de la Guardia Civil y a los políticos elegidos por el pueblo detenidos por defender un referéndum. Creo que el procès tampoco resultará gratis para Puigdemont y compañía. En vaya lío os habéis metido, queridos.