no sé cómo se resolverá el desafío, o lo que sea, catalán. Los encargados de gestionarlo, los políticos, no explican ni qué piensan hacer al respecto ni cómo van a solucionarlo. Cada día que pasa se me hace evidente que no merecen ni un euro del sueldo que les pagamos. La incapacidad para resolver problemas es tan evidente que asusta. Del bochorno inicial que, lo confieso, me transmitía el pasotismo de Rajoy he pasado a la preocupación a medida que los mensajes se endurecían al tiempo que se movilizaba a la Guardia Civil. Cortar la luz, clausurar páginas web, registrar imprentas, suspender mítines en Vitoria de la Cup, llamar a la resistencia a los no independentistas, amenazar con cárcel a políticos y más de setecientos alcaldes, intervenir el control económico de la Generalitat... ¿Eso es todo? Nada que ofrecer ni nada que hablar para intentar reconducir la situación. Ni una sola propuesta en ese sentido. Desde Madrid se exige la sumisión absoluta ¿al enemigo? mientras que desde Barcelona se precipitan abruptamente los pasos sin medir en absoluto el gigantesco trauma al que someten al pueblo. Cada uno utiliza el Gobierno que se le ha otorgado con el único y exclusivo fin de aniquilar al rival y ganar las próximas elecciones. Lo peor es que seremos nosotros los que pagaremos las facturas.