dicen que Vitoria es una ciudad bonita y acogedora. Dicen que permanece escondida pero que, si se diera a conocer, la capital alavesa ascendería como la espuma en el ranking de destinos turísticos. De un tiempo a esta parte, diversas estadísticas e informaciones se empeñan en demostrar el aumento de turistas que van acercándose a nuestra Vitoria atraídos por esa presunta amabilidad con la que tratamos a los visitantes. Sin embargo, ustedes y yo sabemos que esto no es del todo cierto. A poco que hayan viajado un poco, no mucho, se habrán dado cuenta de que son mucho mejor atendidos fuera que aquí. En casi cualquier pueblo por el que discurra su itinerario veraniego habrán podido sentarse en una terraza para disfrutar de un café o una cerveza sin tener que ejercer de improvisados camareros. Y quizá, como a mí, les haya sorprendido que bares, cafeterías y restaurantes cuenten con personal dedicado a transportar las consumiciones hacia los clientes. Y no hace falta que nos encontremos en pleno centro, ni siquiera que paguemos un suplemento por ello. En una ciudad como la nuestra, sin playa y sin grandes monumentos que mostrar, la mejor alternativa de atracción debería ser el ocio. Ejemplos hay cientos. Lo dicho, viajen un poco.
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