Un 25 de agosto de 1944 se formalizó la liberación de París de la ocupación nazi. Rick rememora en Casablanca la última vez que vio a Ilsa, fue en París, las tropas nazis entraban en la ciudad, “un día así no se olvida. Recuerdo cada detalle, los alemanes iban de gris y tú ibas de azul”. Ilsa guardó aquel vestido azul, eso contó, para volvérselo a poner cuando los nazis salieran de la ciudad. La película ya no cuenta si llegó a lucirlo otra vez o no... Hay un ejercicio interesante en pasearse por las efemérides. Un ejercicio quizá lúgubre, porque en demasiadas ocasiones sirve para certificar que el mundo y, en definitiva, el ser humano es perseverante y está estúpidamente empeñado en tropezar infinitas veces en la misma piedra. Y no tengo claro que el problema sea eso de que quien no conoce la historia está condenado a repetirla. Me temo que el problema no es la ignorancia, o no solo la ignorancia, sino el manifiesto desprecio a todo, el melasudismo egoísta que gastamos los seres humanos. De un tiempo a esta parte, no dejo de mirar hacia atrás cuando nos sacude alguna noticia, con esa sensación desasogante de flashback, como si un día la humanidad hubiera guardado el vestido azul, quizá confiando, para dejarlo olvidado en el fondo del armario.
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