El bar de los cortados mañaneros es de los pocos que estos días no ha cerrado por vacaciones, pero se nota nada más entrar cada día que la parroquia está muy disminuida. Aún así, algunos de los habituales todavía resistimos. Entre sorbo y sorbo con el periódico sobre la barra, uno de los irreductibles me dice que seguro que estos días lo estaremos pasando mal sin políticos dando la chapa, pero que él vive mucho mejor con sus señorías perdidos por esos mundos del Señor, que hasta pilla las páginas de información con otro ánimo. “¿No crees que, en realidad, estamos mejor sin ellos?”, me pregunta. Pero un servidor, como Manolo Tena en ¿Qué te pasa?, canta aquello de y yo no sé qué contestar... Parece, eso sí, que dejando a un lado las serpientes de verano (léase, por ejemplo, la cuestión del turismo) a mi compañero de café no le falta parte de razón. Antes de La Blanca daba la impresión de que en este territorio había problemas a punto de convertirse en cismas que necesitaban sí o sí que alguno de nuestros queridos responsables institucionales viera la luz y nos salvase de las llamas eternas del infierno. Pero llegaron las fiestas y aquí paz y después gloria. Eso sí, le advierto de que no se acomode mucho. Septiembre está a la vuelta de la esquina.