no sé si es la cuarta o quinta vez que escribo un titular así en los últimos nueve o diez años. Hacía mucho que no me atrevía, no obstante. Les confieso que me daba cierta vergüenza volver a intentar alegrarles la vida para que después la realidad les decepcionara a ustedes y volviera a dejarme a mí como un tonto ramplón que se cree lo primero que le cuentan. Pero, ya ven, ha vuelto a triunfar el afán de darles buenas noticias, el ansia de dejar atrás el cinismo y volver a observar la vida desde una óptica más optimista y positiva. La crisis se ha terminado, ha quedado atrás y es hora de afrontar el futuro con confianza y una sonrisa en el alma. No me lo invento, que lo ha dicho la mismísima Unión Europea, esa asociación de Estados que tanto vela por nuestros intereses y la paz mundial. Vale que atiende con más cariño a los bancos que a las personas, vale que ha elegido al Mediterráneo como el mayor cementerio de la historia, vale que aplaude, jalea y espolea la política de Rajoy de convertirnos en trabajadores pobres y sin apenas derechos, vale que hace tiempo que olvidó los valores sociales y que solo se ocupa de lo económico, vale que ni se inmuta ante los padecimientos de pueblos enteros. Ahora dice que la crisis se ha acabado. Seguro que en esta ocasión no me equivoco al creérmelo...
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