Los datos ofrecidos por el Eustat respecto al gasto social per cápita, que lo sitúan en Euskadi por encima de los niveles del Estado y de la media de la Unión Europea, no constituyen en realidad una sorpresa, más bien la continuidad de una tendencia inalterada en la segunda década de este siglo -a pesar de coincidir con los años más duros de la crisis económica-, que se fundamenta en el esfuerzo público que viene convirtiendo anualmente el gasto social en tres cuartas partes de los presupuestos del Gobierno Vasco. De ese esfuerzo resulta que el gasto en protección social en Euskadi haya pasado de los 7.314 puntos en Paridad de Poder de Compra (PPC) en 2009 a los 8.341 cinco años después o que haya casi doblado su distancia con la media de la UE, pasando en ese mismo periodo de los 265 puntos PPC más que la media europea a los 438 puntos PPC de diferencia. Hay datos, sin embargo, que explican aún mejor la evolución de la relevancia del gasto social en las políticas públicas vascas, también en comparación con su entorno. Así, por ejemplo, si en el último año del pasado siglo (1999), el gasto en protección social era similar en Euskadi y en el Estado y se situaba en torno al 20% del Producto Interior Bruto (PIB) frente al 27% de media de la UE, hoy el gasto en protección social vasco, descontado el desempleo, se acerca al 25% del PIB mientras que la media europea, matizada por la ampliación de la Unión, apenas supera el 20% y en el Estado español se queda en el 18%. Ahora bien, las políticas sociales vascas, que se reflejan especialmente en la Renta de Garantía de Ingresos y la Prestación Complementaria de Vivienda como antes lo hicieron en los planes de inmigración o el incremento paulatino de la renta básica, también tiene su talón de aquiles en el ámbito de las políticas familiares, en las que el gasto vasco sigue siendo bajo en relación con el gasto europeo. Mejorarlas, con el objetivo además de enfrentar el desafío demográfico que Euskadi adivina en un futuro ya cercano, contribuiría a situar a nuestro país en el reto de los cinco dígitos en puntos PPC, es decir, a la altura de Dinamarca, Holanda, Austria, Alemania o Francia, todos por encima de los diez mil, y al tiempo completaría una red de protección social presente ya, por imprescindible para asegurar la creación de riqueza, en las economías más avanzadas del mundo.
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