Casi sin darnos cuenta, se van acercando el Día del Blusa o fiestas de La Blanca o las muchas citas festivas que jalonan el verano a lo largo y ancho del territorio alavés. Puede que usted, querida lectora, querido lector, se haya jurado por lo más sagrado que esquivará con todas sus fuerzas el famoso Despacito. O puede que sea un superadmirador de la canción. Lo mismo da. Yo aviso, si hasta ahora ha sido bombardeo por saturación -al parecer, es la canción más reproducida en streaming de la historia-, me temo que lo que viene por delante con el frenesí y el desaparrame musical propio de las fiestas puede salirse de la escala Richter del ramo. ¿Ha visto el vídeo viral que corría por Youtube en el que un grupo de chicos italianos ponía a parir esta canción mientras viajaban en coche? Si no lo ha visto, hago spoiler: la canción comienza a sonar en la radio y, pese a sus críticas furibundas, acaban cantándola a voz en grito. Con bailes incluidos. De hecho, hay una secuela del vídeo en el que aparece el propio Luis Fonsi. Puede que usted esté levantando el puño, modo Escarlata O’hara, jurando que jamás ocurrirá, pero casi casi le garantizó que un día, de modo inconsciente, sin percatarse apenas al principio, se descubrirá tarareando una tonadilla. Sí, amigo, amiga: des-pa-ci-to...
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