La dimisión ayer de dos de los asesores -sus dos jefes de personal- más cercanos a la primera ministra británica, Theresa May, tras los “decepcionantes” resultados de las elecciones celebradas el pasado 8 de junio son la primera consecuencia de los gravísimos errores políticos y estratégicos adoptados por la hasta ahora líder conservadora pero todo hace indicar que no serán los únicos. Los comicios han supuesto un seísmo político para el Partido Conservador pero que tendrá sus réplicas en toda Gran Bretaña y también en la Unión Europea, que espera entre la ansiedad y la incertidumbre el inicio de las negociaciones para el Brexit el próximo lunes, 19 de junio. Si hay algo en lo que coinciden todos los analistas es que Theresa May ha cometido graves y decisivas equivocaciones que le han llevado, a ella y a su partido, a la situación de extrema debilidad en la que ahora se encuentran. Las elecciones han supuesto un varapalo de primer orden para May y cuestionan de manera muy seria su futuro político. No sólo se ha quedado a ocho escaños de la mayoría absoluta -su gran objetivo a la hora de adelantar los comicios, con la excusa de ganar fuerza para negociar mejor el Brexit-, sino que ha perdido doce parlamentarios y ha permitido al Partido Laborista inteligentemente liderado por Jeremy Corbyn ganar 30 representantes en la Cámara. Se trata de un fracaso en toda regla, cuestionado ya desde sus propias filas. La ambición de May ha resultado letal. Primero, para su propio liderazgo y para la hegemonía de su partido. Pero, además, también para su próximo gobierno, que será muy endeble, con su legitimidad muy tocada y con el lastre del necesario apoyo de los unionistas de Irlanda del Norte, los más radicales y partidarios además del Brexit duro, lo que condicionará sobremanera las conversaciones con la UE. Todo ello hace prever una legislatura breve, en el probable caso de que May termine, pese a todo, formando su gabinete. No es, por tanto, el mejor escenario para la negociación de la desconexión británica, ni para Londres ni para Bruselas, ya que estará muy condicionada por la debilidad de la primera ministra. Por otra parte, los comicios dejan también dos víctimas colaterales más: el eurófobo y xenófobo UKIP, que sufre una esperanzadora derrota, y los nacionalistas escoceses, cuyos mediocres resultados hacen peligrar su ansiado segundo referéndum de independencia.