El nuevo modelo de relaciones laborales presentado ayer como pretendido por la patronal vasca Confebask, que no cabe menospreciar en cuanto a los objetivos de colaboración interna en las empresas, participación de los empleados en el proyecto, transparencia empresarial y retribuciones ligadas a productividad y resultados, adolece sin embargo de la labor previa necesaria para lograr la implicación de todos los agentes necesarios para la consecución de dichos fines. De hecho, la propuesta de Confebask no ha variado de la presentada en noviembre a los sindicatos o de la que planteó Adegi a la parte sindical provocando un corte en la relación, de lo que se deduce lógico que la patronal no vaya a lograr, en el caso de que lo haya pretendido, acercar a los representantes de los trabajadores a una propuesta que éstos entienden unilateral y consecuencia de la ruptura del equilibrio en las relaciones laborales provocada por la última reforma del mercado de trabajo. No cabe duda de que, como afirma el presidente de Confebask, Roberto Larrañaga, las necesidades de la economía vasca son “incompatibles con la confrontación permanente” que parece mover alguna actividad sindical, pero no estaría de más que la patronal se aplicara a sí misma aquello de que dos no discuten si uno no quiere y considere que la multiplicación de esfuerzos debe tener doble sentido. Y, en ese sentido, Confebask no ha estado excesivamente afortunada en la concreción de su propuesta ni al plantear como paradigmas de las nuevas relaciones laborales que pretende tres ejemplos que coinciden en reducir la flexibilidad al ámbito de las retribuciones salariales en tiempo de dificultad o necesidad competitiva. Entre otras cosas, porque ello no supone avanzar hacia una adecuación a Euskadi del modelo escandinavo de relaciones laborales que, al parecer, se pretendería desde la patronal. Ese modelo precisa de una política activa de empleo, de una conciliación de la seguridad y la flexibilidad muy distinta a lo que se viene traduciendo del ya manido término de “flexiseguridad” y de la renovación del sistema de protección social, aspectos todos ellos para los que es imprescindible una participación activa y sin estridencias interesadas de la parte sindical, pero en equivalencia también una modulación del discurso y de las actitudes empresariales.
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