Cuarenta años después de la muerte del dictador y genocida Francisco Franco, grupúsculos de la más rancia ultraderecha han podido, con absoluta impunidad, celebrar diversos homenajes a uno de los personajes más funestos de la historia negra para la humanidad en el siglo XX. Resulta toda una afrenta a la democracia, a los derechos humanos y a la convivencia que el golpista y dictador filofascista Franco siga siendo objeto de glorificación en el Valle de los Caídos y en múltiples calles, plazas y edificios de todo el Estado, y que la jerarquía católica permita sin chistar celebraciones religiosas, siempre de exaltado carácter político en los discursos, parafernalia y simbología. En realidad, el Estado nunca ha puesto en marcha las actuaciones necesarias para la deslegitimización real del régimen franquista, casposo socialmente, indigno democráticamente y humillante para cientos de miles de personas durante cuatro largas décadas. Al contrario, los restos del franquismo impusieron -como han denunciado historiadores, políticos y sindicalistas-, una transición política adecuada a sus propios intereses cuya pretensión histórica ha sido avalar las tesis del revisionismo derechista de ese periodo histórico para dulcificar las actuaciones de sus principales protagonistas, manipular la realidad y crueldad de los hechos y la miseria ética y social que impuso a la sociedad. Como si el franquismo no hubiera sido lo que fue, una dictadura de terror y muerte similar a las que protagonizaron Stalin, Hitler o Mussolini. De hecho, esas misas y homenajes a Franco y la exaltación de su dictadura en calles y símbolos, serían impensables en cualquiera de esos países en memoria de esos personajes igualmente funestos. Como lo sería también la existencia de una Fundación subvencionada con cientos de miles de euros de dinero público para exaltar a Franco. Mientras decenas de miles de personas asesinadas siguen desaparecidas en fosas y cunetas selladas y desde las administraciones públicas se entorpece el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica -la ONU ha elaborado informes con duras críticas a España por no investigar los crímenes franquistas y reconocer a sus víctimas la verdad, la justicia y la reparación-, se publicitan y celebran intolerables actos de recuerdo y homenaje a un sanguinario dictador.
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