farsante, lo llaman. También le acusan de timador y delincuente. ¡Vaya pieza el chaval! Tiene solo 20 años y lleva cinco haciéndose pasar por importante entre los más importantes incluidos políticos, empresarios y hasta el mismísimo rey al que dio la mano el día de su coronación. Seguramente todos los que descalifican a Nicolás tienen razón pero sus travesuras no dejan de parecerme ocurrencias de chico listo comparadas con los Acebes, Josep Lluis Núñez o los peperos vascos, por citar solo los últimos casos de corrupción destapados. Si retrocediera en el tiempo para comparar los cinco años de trayectoria del niño con cara de muñeco diabólico -no me dirán que no da un poco de yuyu- con la sarta de forajidos que (nos) han robado o estafado, llegaría a la conclusión de que su caso se arreglaría con un par de collejas. Me da, no obstante, que lo que ha conseguido el pequeño Nicolás es poner una vez más de manifiesto la impericia, por no decir imbecilidad, de aquellos a los que engañó haciéndose pasar por colega de lo más granado del PP, representante del Gobierno, miembro del CNI o amigo de la realeza. Picaron políticos, empresarios del IBEX 35... todos los que intentan deslumbrar y a su vez se dejan deslumbrar por las apariencias. Así nos va.
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