Se nos acabó el Mundial. Para no gustarme el fútbol, la parafernalia del entorno ya ven que me chifla. Ando leyendo sobre el mosqueo de los argentinos por la celebración de la selección alemana en Berlín de su triunfo. Concretamente, por la coreografía que varios jugadores se marcaron caminando agachados al grito de “así andan los gauchos” para, erguidos, poner el colofón: “Así anda Alemania”. Vamos, en plan gentlemen, barón de Coubertin, fair play y tal. Se me ocurren varias cosas. Primero, que bastante tienen Argentina y los argentinos con las cosas de comer como para perder el tiempo con chuminadas de este jaez, a palabras necias... Por otra parte, el que no haya dicho alguna inconveniencia no todo lo respetuosa que conviene en el éxtasis del vencedor jaleado por las masas que tire la primera piedra. Eso sí, las cosas como son, los alemanes no han estado ni elegantes ni especialmente hábiles. Quizá sea complicado celebrar los triunfos sin ciscarse un poquito en el vecino derrotado, cosas tienen el ser humano y sus miserias... Anda que no le cayó a Brasil tras el 1-7... Quizá acertó el presidente de Uruguay, José Mujica, cuando al conocer la sanción a Luis Suárez por su dentellada dijo: “No lo eligieron para filósofo, ni para mecánico, ni para tener buenos modales”. Y, sin embargo, qué lástima.