no me acaba de entrar en la cabeza. Mira que se la están buscando, que se suceden las encuestas y las respuestas de la gente no pueden estar más claras. Que va calando a toda velocidad la percepción de que no sirven para nada, de que no se les considera necesarios, más bien sentimos que son un absoluto estorbo. Me refiero a los partidos políticos y también a los sindicatos. Son, o deberían ser, los garantes de nuestros derechos, unos legislando y administrando nuestro dinero y los otros ejerciendo de contrapeso a la insaciable voracidad del capital. Pero henos aquí, inmersos en la crisis más profunda y siniestra de nuestra vida y ellos siguen a lo suyo, erre que erre, más preocupados por no perder cotas de poder ni privilegios que por arrimar el hombro y aportar ideas y soluciones para todos, como es su obligación. Me empieza a dar igual quién tenga razón, si las herencias son o no recibidas, la tonalidad de los colores, las siglas, los modelos, las aspiraciones personales, la intensidad con que se grite "y tú más"... Incapaces los políticos de pactar unos presupuestos mientras las empresas cierran y las familias se ahogan y desunidos los sindicatos a la hora de la protesta contra toda esta situación. Son inútiles en el sentido más literal de la palabra. Me imagino a Cayo Lara sentadito en su portal viendo los cadáveres de sus colegas pasar. O a Rosa Díez... o al primero que sea lo suficientemente avispado para canalizar todo este desencanto. Luego se echarán las manos a la cabeza, pero se lo tendrán bien merecido.
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