CUANDO aparecen tantos casos de corrupción como los conocidos estos días es normal que se cree debate y todos hablemos de los mismos. No obstante, es curioso, pero son los días en los que la información se lee con más rapidez ya que poco se puede aportar a lo dicho: que el sistema de partidos políticos puede estar en su recta final, que no hay derecho a tanta corrupción, que estamos indignados, que el país está lleno de chorizos, que hay un juez condenado por investigar Gürtel y que, sin embargo, todavía no ha entrado ningún presunto corrupto en la cárcel, que la justicia es muy lenta, que el que la hace no la paga, que la justicia no es igual para todos, que si te gastas el dinero de una tarjeta de crédito para dar de comer a tus hijos te meten en la cárcel pero si quiebras una caja (solo sobreviven dos en España) te vas de rositas y encima de tan una indemnización (que no se parece mucho a las de la reforma laboral, no).
Ahora bien, y aunque cueste mucho esfuerzo imaginarlo, si no hubiese pasado todo esto: ¿qué sería noticia? ¿De qué estaríamos hablando? En resumidas cuentas, ¿de qué depende nuestra percepción del mundo que nos rodea?
Contestar a estas preguntas hace que la forma de ver la realidad de las personas cambie por completo, ya que ello va a llenar? nuestro espacio mental.
¿Qué es nuestro espacio mental? Siempre he pensado que nuestros pensamientos son semejantes a la portada de un periódico. Una persona que está trabajando fija puede estar preocupada ya que desea comprar un piso, tiene problemas con su pareja, no sabe cómo puede sacar tiempo para estar más tiempo con sus padres y sus hijos, o está indignado debido a que su equipo de fútbol no logra los resultados esperados. Pero si de un día para otro aparece un ERE en su empresa, todas las preocupaciones anteriores desaparecen y ya solo va a tener una cosa en su cabeza preocupante de verdad: ¿cómo mantendré a mi familia? ¿Será algo temporal o esto es la antesala del despido definitivo? Es decir, su espacio mental, que tenía diversas ocupaciones menores, pasa a tener una única: su empleo.
Asociado al espacio mental están lo que se puede definir como gigantes mentales, los cuales consisten en preocupaciones reales que, a base de darles vueltas y más vueltas, se convierten en cuestiones que ocupan todos nuestros pensamientos llegando a generar actos extremos, en especial dos: los conocidos como violencia doméstica y los suicidios. Es obvio que evitar el gigante mental mejora nuestra salud y la del conjunto de la sociedad.
Desde este punto de vista, la corrupción del sistema político ocuparía el espacio mental de los periódicos pudiendo generar un gigante mental (muy exagerado, lo admito, un a por ellos). Así, todas las preocupaciones existentes: el paro, los desahucios, la viabilidad del sistema de pensiones, los recortes o el déficit público han perdido peso.
Todo ello induce las siguientes reflexiones:
Primero, estos casos existían desde hace tiempo. En consecuencia, es una buena noticia que hayan aparecido a la luz de la opinión pública generando cierta competencia entre los medios de comunicación para ver quién logra sacar la siguiente exclusiva.
Segundo, habrá cambios en la gestión pública. No sé si habrá listas abiertas, si mejorará la transparencia de las cuentas de los partidos, si cambiará la ley electoral, si se suprimirá el Senado, si se limitará el número de legislaturas por persona, si se exigirán ciertos méritos en algunos puestos, si se suprimirá la participación de políticos en grandes empresas privadas durante un tiempo determinado, si mejorará la ley de compatibilidades, si un político estará obligado a dimitir a la mínima sospecha, si desaparecerá el excesivo corporativismo dentro de los partidos, si las ruedas de prensa serán con preguntas por parte de los periodistas o si se exigirán resultados (casos límites: Nueva Zelanda -si no se cumple el nivel de inflación el político de turno debe dimitir- o Corea del Norte -si no se cumplen los niveles de inflación te fusilan- la verdad, tampoco es eso).
Tercero: debemos reflexionar acerca de la influencia de la información en nuestra vida. Es cierto que no dejamos de ver malas noticias, pero creo que los medios de comunicación deberían incidir un poco más en las buenas; es un éxito crear una empresa y ganar 1.500 euros al mes; es un éxito ver que las personas han aumentado la solidaridad entre sí, es un éxito comprobar que están apareciendo vacunas contra enfermedades muy complejas? A veces los informativos parecen crónicas de sucesos.
Conclusión, lector: aunque no parezca fácil, cuida tu espacio mental. Con ello se amplifican las alegrías y se reducen las penas.