vaya por delante mi confesión de que no tengo ni idea de jardinería, más allá del placer profano de disfrutar de una terraza sobre el césped o de un almuerzo improvisado a la sombra de un nogal. Pero oyendo a un experimentado jardinero no pude evitar pensar en ciertos paralelismos. La poda puede que inicialmente afee la vegetación, pero si se ejerce con arte y cuidado, contribuye a fortalecerla y a mejorar la floración. En la producción forestal la técnica se emplea para obtener fustes más rectos y con menos ramificaciones, pero de mayor calidad. En cambio, si se mete mano con torpeza y excesiva voracidad, puede echar a perder hasta el más robusto arbolado, comprometiendo su supervivencia. Los expertos advierten que "es mucho más fácil y cómodo eliminar grandes porciones de rama que ir poco a poco, mirando y cortando pequeñas ramillas y bifurcaciones, pero sólo de esta manera se evitan respuestas desordenadas del ejemplar, que obligarán a continuos retoques y harán débiles y peligrosas las uniones que crecen a partir de estos cortes". No pretende esta columna desarrollar un manual práctico de jardinería, sino únicamente compartirles una preocupación por lo mucho que la crisis ha conseguido deformar nuestras mentes, hasta el punto de perturbar la lectura de algo tan trivial como la conversación con un jardinero. Pero piensen en la actitud que numerosos gobernantes y empresas están demostrando a la hora de acometer recortes y relean ahora con esa clave esta mesa de redacción.
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