esta vez no ha habido que esperar mucho para conocer un nuevo capítulo en la historia interminable del Alavés y su lucha por la supervivencia. Segundo comunicado de Querejeta en el que advierte de que las reuniones mantenidas hasta la fecha con Alfredo Ruiz de Gauna no van por buen camino. Y amenaza con retirarse de la puja, incluso, aunque suena más bien a órdago que a ultimátum verdadero. No creo yo que el complicado tinglado montado junto a sus socios Roberto Larrañaga, Jesús Echave y Rafael Pedreira para reunir 2,5 millones de euros se venga abajo por la obstinación del actual presidente, más empeñado en sacarle algo de jugo económico a su corta aventura alavesista que en apartarse y facilitar, como tantas veces ha dicho, la llegada de nuevos inversores al club. Tampoco me cabe en la cabeza que los movimientos políticos para consensuar el apoyo institucional e incluso la concesión del crédito pedido a la Caja Vital vayan a caer ahora en saco roto porque Gauna exija un millón de euros por sus acciones y sus supuestas inversiones. O medio millón, que lo mismo da. Ya sabe lo que tiene que hacer si tiene razones de peso para ponerle un precio a su salida: a la cola de acreedores como todos los demás a los que todavía él no ha pagado un céntimo. Las pataletas, los lloros y las quejas de unos y otros no deberían engañar a nadie. Si Querejeta quiere el Alavés es porque ve una oportunidad de negocio, no para hacernos un favor. Y si Gauna no tiene dinero, que se largue de una vez con viento fresco de nuestro club. Dios nos libre de los salvadores .
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