en pocos días comenzarán las obras de remodelación del Buesa Arena, un proyecto adjudicado por unos 25,5 millones de euros a Lagunketa, Zikotz y Giroa. No era la propuesta más económica, lo cierto es que había otra que se comprometía a ejecutar las obras por 800.000 euros menos, pero como la UTE en cuestión acortaba los plazos en un mes, pues se da por bueno el sobrecoste para las arcas públicas (total, pagamos entre todos y no sale a tanto). Resulta que la ampliación supondrá que el Baskonia deba buscarse acomodo en otro recinto durante un mínimo de tres meses. Y, claro, ése es un contratiempo que no le ha gustado nada a Josean Querejeta. Parece ser que al presidente no le basta con que se utilice el dinero de los ciudadanos para sufragar por tercera vez la ampliación de un pabellón para único uso de su club -porque la celebración de otros eventos ha sido prácticamente anecdótica durante todos estos años- y tampoco se ha explicado muy bien para qué necesitamos un aforo de 15.000 personas en una ciudad que cuenta con los dedos de las manos las veces que ha sido capaz de llenar las 9.000 y pico butacas que configuran el actual recinto. Porque si es para poder albergar una Final Four cada diez o quince años quizá no merezca la pena tamaño esfuerzo económico con la que está cayendo. Y, además, si tan grave es el perjuicio para el Baskonia y sus aficionados el tener que prescindir tres meses de su (nuestro) pabellón, pues igual sería mejor quedarnos como estamos, digo yo.
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