HE decidido pasar a la acción. No crean, señores, que voy a salir a la calle con una antorcha para incendiar bancos, aunque ganas no me falten, o dispuesto a colocarme en vanguardia de una manifestación unipersonal (procuraré no mirar atrás) contra las medidas emprendidas por nuestros gobiernos contra la crisis (es decir, os jodéis), aunque sobren motivos, o al menos eso me parece. Se trata de algo mucho más sencillo, e igualmente necesario: voy a iniciar una campaña por la urgente colocación de papeleras en las paradas del tranvía, reivindicación que ya ha ocupado en varias ocasiones estas líneas. Será una movilización artística. Quien quiera podrá colaborar, siempre, claro está, que considere que son necesarias y albergue aún cierto espíritu inquieto capaz de aceptar propuestas pioneras. Consiste la idea en distribuir por las rendijas de los elementos sólidos de las paradas los recibos de la recarga de la tarjeta BAT. Son cartones recios, más de lo necesario, diría. No hace falta mucho esfuerzo para colocarlos. El miércoles puse dos en Lovaina, uno sobre otro, dispuestos en formación. Imagínense doscientos, miles, en todas las paradas, en todos los huecos disponibles, ida y vuelta, de Abetxuko a Angulema, de Angulema a Landaverde. Con viento racheado podrían incluso servir de entretenimiento acústico para los niños, o de dianas para las cerbatanas Bic Naranja o Bic Cristal de los adolescentes, aunque, bien pensado, para ello tendrían que soltar el móvil y disponer del boli mentado, que del Pilot pocos bajan. ¡A por ellas!, las papeleras.