Por medio de estas líneas quisiera manifestar mis mejores deseos y gratitud a mis compañeros/as del Instituto Mendebaldea, en Vitoria-Gasteiz. Desde el primer minuto de mi entrada, tuve la suerte de disfrutar vuestra cordialidad, vuestro trato exquisito, vuestra palabra amiga, y compartirlos en estos dos últimos cursos, hasta mi jubilación reciente. Mi silencio, hasta hoy, no significa olvido; más bien, he esperado estas fechas entrañables de la Navidad en las que todos nos deseamos lo mejor en nuestras vidas y en nuestro futuro.

A todos: por vuestro extraordinario apoyo, desinteresado consejo, colaboración entusiasta en nuestros objetivos y nuestro trabajo. Desde mis compañeros/as en clase hasta porteros/as, cuidadores/as de nuestra pequeña comunidad educativa. Quiero que todos/as os sintáis identificados en mis modestas palabras y homenaje. Sin ninguna excepción, gracias. Permitidme una mención muy especial para mis compañeros/as del departamento de inglés, y para los de la dirección. No os borraréis fácilmente de mi recuerdo. Vuestra actitud, ejemplo, vuestros cantos, aurresku, regalos, en el homenaje y despedida finales -no por inesperados, menos sentidos por mi parte- encierran un valor muy extraordinario. He tenido la gran suerte de pasar dos cursos maravillosos, de convivir con vosotros, y aun sin homenaje, no habría podido tener mejor final en mi vida laboral.

Mis palabras de hoy no son alabanza o palabras de parabién de última hora. Durante casi treinta años, había trabajado e intentado dar lo mejor de mí mismo en otro instituto, y del que, por propia decisión, había salido en el mayor de los silencios. Fue vuestra trayectoria en este corto tiempo la que me animó y la que me impulsó, a participar del vuestro, con cariño y con emoción.

Las palabras, bien lo sabéis, en más de ocasión como la presente, se quedan cortas para reflejar nuestros sentimientos, nuestras intenciones, nuestro objetivo. Ojalá sigáis, como auténticos caballeros y damas, dejando el aroma de vuestro generoso tiempo, trabajo responsable, de amistad entrañable y dedicación incansable en vuestro alrededor. Personas como vosotros hacéis de este mundo, sobre todo, en las actuales circunstancias, un lugar más apetecible y agradable, donde valores como esperanza, alegría y lealtad se hacen realidad. Quiero igualmente recordar a la inmensa mayoría de mis alumnos/as del instituto, tanto por su trato como por su colaboración.

Al mismo tiempo, mi más profundo reconocimiento y admiración a las pocas, aunque profundas amistades, por su tiempo y apoyo... Fieles e inquebrantables durante muchos momentos difíciles en mi vida. Sois inestimables.

Excusadme que haya usado nuestra lengua común, aunque en mi caso adoptada, el euskara. Muchos lectores/as habrían perdido la ocasión de conoceros.

Beraz, lagun eta adikiskide gustioi, bihotz-bihotzetik... mila esker eta gustatuko litzaidake zuekin betera esatea: gora, gora Mendebaldea Institutoa!!!!!!