El terrorismo de Estado no es otra cosa que el ataque a ciudadanos realizado por un país y consentido por un gobierno universal. Y eso es fundamentalmente lo que está ocurriendo en Israel. No existe una guerra en sí misma, existe un modelo de violencia defendida y utilizada por un Gobierno. Si durante los ocho años del mandato de George Bush se hubiera mantenido la línea Clinton en la crisis de Oriente Medio, se hubiera ido forjando un camino de no apoyo al régimen israelí. Pero la defensa de Jerusalén y la campaña de desprestigio hacia Gaza permitieron un mayor desinterés de la población estadounidense hacia los ataques a Palestina.