El Estado de Israel traspasó ayer de nuevo todos los límites con su brutal ataque contra el convoy humanitario Free Gaza, que hace unos días abandonó las costas turcas y griegas con 10.000 toneladas de ayuda incluyendo materiales de construcción, equipos médicos y productos de necesidad básica para romper el bloqueo que sufre la Franja de Gaza. En el ataque fueron asesinados entre 9 y 19 cooperantes el convoy estaba acompañado por más de 750 voluntarios, aunque Israel vuelve a utilizar la censura y la intoxicación como armas informativas. No obstante, las imágenes difundidas del ataque muestran en toda su crudeza la desproporción y el abuso de la fuerza que protagonizaron los saldados israelíes de madrugada y en aguas internacionales. La credibilidad del Estado de Israel, ya más que cuestionada por la brutal operación de diciembre de 2008 en Gaza las investigaciones independientes probaron el uso contra civiles de armas prohibidas por la legislación internacional y por la formación de un gobierno de la extrema derecha política y religiosa, sufre así otro duro varapalo. Pero el alcance de los hechos Israel se salta una y otra vez con absoluta impunidad el Derecho Internacional, las decisiones de los organismos internacionales y todos los convenios que velan por el respeto a los Derechos Humanos exige de la comunidad internacional medidas más contundentes que los comunicados de condena. La presión política y económica internacional debe comenzar por exigir la finalización de un bloqueo ilegal, inútil Hamás no pierde fuerza en Gaza, sino al contrario e inhumano y la vuelta a las conversaciones de paz con las autoridades palestinas frente a la diplomacia de fuego. La Sudáfrica del apartheid llegó a su fin porque la presión internacional acabó haciendo insostenible aquel sistema, y es esa vía común, sin medias tintas hipócritas, la que debe diseñarse con liderazgo de la UE y EEUU para que Israel asuma su responsabilidad ante la comunidad internacional. O de lo contrario, una vez más, se impondrán los hechos consumados y se demostrará de nuevo que la justicia internacional está dotada de una insana y despreciable doble moral a prueba de bombas, de asesinatos y de violaciones de los derechos humanos.