Resulta que todo el mundo sabía que el caso Egunkaria era un pufo que no había por donde agarrar. No me refiero sólo a casi todos los periodistas y tertulianos de la madre patria, sino también a todos esos políticos que miraron para otro lado, cuando no apoyaron abiertamente, la instrucción de esta farsa. Hasta el mismo lehendakari Patxi López critica el proceso judicial, aunque para tenerlo tan claro no ha dicho ni en siete años.

Respecto a Garzón, está recibiendo un garrafón de su propia medicina. A los que hablan de que se quiere remover algo que ocurrió hace 70 años, convendría recordar que Franco murió hace 35 y el franquismo sigue vivo, al igual que muchos de los afectados por aquellos crímenes.

Por último, Benedicto XVI pretende convencernos de que cuando un jerarca de la Iglesia mira para otro lado cuando sabe que un sacerdote está cometiendo delitos de pederastia, está realizando un acto de misericordia y piedad (cualquiera de nosotros seríamos cómplices de un delito en las mismas circunstancias) y el cura en cuestión es digno de perdón, mientras que es capaz de condenar a quien mantenga libremente relaciones prematrimoniales homosexuales o utilice un condón.