hemos podido ver recientemente pasquines por las calles en relación con la muerte del miembro de ETA Jon Anza. Hemos visto también manifestaciones multitudinarias de la izquierda abertzale? Yo puedo entender el dolor de los familiares de Jon. Entiendo el dolor de sus amigos. Entiendo incluso el dolor de quienes no le conocían pero se sentían afines a él por algún motivo. Y lo siento así porque entiendo el dolor de un ser humano cualquiera cuando otro ser humano muere. Lo comparto y lo sufro, de hecho. Pero Sres. y Sras. de la izquierda abertzale, ¿les duelen a ustedes de igual forma todas las muertes? ¿Les duelen todos los derechos humanos por igual?

Las fuerzas de seguridad y los jueces deberán hacer ahora su trabajo e investigar hasta las últimas consecuencias la muerte de Jon. Es nuestra obligación velar porque así sea y porque se apliquen los preceptos más elementales inherentes a la democracia: justicia y derechos humanos. Ambos han de ser inviolables. Pero los de todos por igual. Entiendo su dolor. Entiendo vuestro dolor. ¿Entendéis vosotros el nuestro? ¿Entendéis el de las víctimas del terrorismo? ¿Entendéis el de las familias de Isaías, de Inaxio, de Eduardo, de Jean y de tantos otros? A pesar de que las circunstancias me demuestren lo contrario, quiero pensar que sí. Quiero pensar que no hay doble rasero, que no hay lugar para la doble moral. Y me resisto con todas mis fuerzas a que esta sinrazón se apodere también de mí y a que sólo me duelan unos muertos? Aunque sean, incluso, terroristas, fíjense. Y me resisto a creer que otros puedan ser presos de esa contradicción monstruosa. Porque si no fuera así; si el doble rasero reinara, señores y señoritas, eso significará que estamos todos podridos. Yo entiendo su dolor. ¿Entienden entonces ustedes el nuestro? ¿El de todos los asesinados y de su entorno mutilado? ¿El de todos los amenazados y extorsionados?

A los unos les demandamos investigación exhaustiva de la muerte de Jon y depuración de responsabilidades si es que se demostrara que las hubiere, pero a los otros les exigimos reflexión profunda y verdadera. Condena contundente. Sin cortinas de humo. Sin medias tintas. Sin doble rasero. ¿O acaso existen para ustedes los derechos humanos de unos y los de otros no?

César Fernández Rollán