Las autoridades italianas desmantelaron hoy una red de 33 sujetos que intentaban fortalecer la mafia siciliana Cosa Nostra y que estaba dirigida por Vincenzo Sorrentino, de 23 años e investido jefe "suplente" por su padre, actualmente en la cárcel.

Finalmente, de las 33 personas implicadas en este caso, 25 fueron sometidos a prisión cautelar, uno a arresto domiciliario y a las otras siete se les ha prohibido gestionar negocios hasta la celebración del juicio, según un comunicado de la Guardia di Finanza.

La operación ordenada por la Fiscalía de Palermo y bautizada "Villaggio di famiglia" (pueblo de familia) fue ejecutada esta noche por 220 agentes policiales en el barrio periférico de Santa Rosalía de la capital siciliana, el bastión de este clan de la Cosa Nostra.

Los acusados y los delitos que se les imputan

Los miembros de la red están acusados de delitos como pertenencia a asociación mafiosa, con el agravante de tenencia ilícita de armas, así como tráfico de estupefacientes y movimiento fraudulento de capitales para "beneficiar" a Cosa Nostra, según se lee en una nota.

Los investigadores han reconstruido las "consolidadas e integrales dinámicas criminales" de la familia Sorrentino, que controla la zona oriental de Palermo y que forma parte del clan Pagliarelli, uno de los más leales a Cosa Nostra y también de los más herméticos.

El capo, Salvino Sorrentino, está actualmente preso en la cárcel romana de Rebibbia por sus delitos pero, sin embargo, "ha logrado conservar su liderazgo manteniendo contactos directos e indirectos con sus secuaces", desde la celda.

En concreto, detallan los fiscales palermitanos, sin dar nombres de los arrestados, el hijo del jefe, identificado por la prensa como Vincenzo Sorrentino, de 23 años, "fue investido de una función de suplencia del padre para proteger los intereses mafiosos".

Vincenzo Sorrentino, el nuevo jefe

El heredero, uno de los nuevos pupilos de Cosa Nostra, se encargaba de que el clan siguiera infiltrándose en el tejido social, económico y criminal de Palermo con la ayuda de otro "joven socio" que actuaba como "brazo operativo" del padre e hijo.

Las pruebas recabadas apuntan a que ambos "habían logrado mantener el control del territorio, reafirmando constantemente su rol y combatiendo los intentos de otros exponentes mafiosos de limitar" su primado.

Incluso ha trascendido que el jefe podía impartir órdenes desde la cárcel a "numerosos socios", "reforzando su identidad", mediante "vídeo llamadas", un beneficio introducido durante la pandemia para evitar las visitas personales y que sigue vigente.

Influencia en el barrio: control de las leyes e incluso del pan

La investigación ha demostrado que el clan del barrio de Santa Rosalía condicionaba "fuertemente" el tejido económico de su área de interés. El control era, de hecho, casi total.

El clan supervisaba la venta del pan imponiendo incluso su precio, autorizaba la apertura de tiendas, condicionaba las operaciones inmobiliarias, dominaba el sector de la construcción y ejercía el monopolio de vendedores ambulantes en los cementerios de la ciudad.

Su poder era tal que hasta llevaban a cabo "formas de gestión del orden público" actuando como jueces para "dirimir pleitos y problemas entre privados".

Los mafiosos de Santa Rosalía también mantenían relaciones con la región de Calabria, donde actúa la 'Ndrangheta, una de las mafias más potentes y sanguinarias del mundo. En concreto se pagó a los narcos calabreses 700.000 euros para recibir cocaína y "suministrar las calles de Palermo y Trapani".

En la operación, que requirió el despliegue de 220 agentes policiales, se han requisado seis empresas por valor de 5.000 millones de euros, del sector de la restauración, la alimentación, transportes y construcción, así como 7 kilos de cocaína.