- El Parlamento británico ha sido centro de unos escándalos de misoginia y pornografía que han escandalizado y avergonzado al Reino Unido, pero que son la punta del iceberg de un problema mayor de sexismo arraigado en muchos diputados. El último escándalo lo protagonizó el diputado conservador Neil Parish, que anunció ayer que ha decidido dimitir como parlamentario tras desvelarse que miró pornografía en su móvil mientras participaba en las sesiones de la Cámara de los Comunes.
Diputado por la circunscripción de Tiverton & Honiton, en el condado de Devon (suroeste de Inglaterra), Parish admitió, en una entrevista con la BBC, que se trató de “un momento de locura” y reconoció que la primera vez que accedió a las imágenes porno fue de forma “accidental”, pero que la segunda vez que lo hizo fue deliberada.
Parish había sido suspendido por su formación y estaba previsto que su caso fuese investigado por el Comité de estándares de la Cámara Baja, encargado de evaluar su conducta y establecer si era culpable de comportamiento inadecuado. Sin embargo, Parish, que se había negado a dimitir, ha optado por abandonar su escaño como parlamentario, lo que dará paso a la celebración de una elección parcial para elegir a su sustituto. Tras ser identificado como el diputado que miró porno, Parish había admitido que pudo abrir por “equivocación” el vídeo, si bien dos colegas mujeres afirmaron haberlo visto mirando unas imágenes pornográficas mientras estaba en la Cámara Baja.
La presidenta del Comité de Mujeres e Igualdad de la Cámara de los Comunes, la conservadora Caroline Nokes, admitió que el sexismo está institucionalizado en el Partido Conservador y que a ella la han llegado a criticar por denunciar esta situación.
Este escándalo salió a la luz tras la polémica por unas declaraciones anónimas de varios diputados tories, que acusaron falsamente a la número dos del Laborismo, Angela Rayner, de tratar de distraer al primer ministro británico, Boris Johnson, cruzando y descruzando las piernas en las sesiones de control al premier. El alcance de la misoginia contra Rayner obligó a Johnson y a otros parlamentarios a solidarizarse con la política y denunciar esas actitudes “inaceptables” en un parlamento.
Estos casos se suman a otras 56 quejas por presunta mala conducta de tipo sexual presentadas contra parlamentarios, entre ellos tres miembros del Gobierno conservador y dos portavoces de la oposición, que no han sido identificados. Detrás de esa imagen de buenos modales de los diputados, que en los Comunes se dirigen como “el honorable caballero” o la “honorable dama”, siempre a través del presidente de la cámara, se esconden unas actitudes machistas y retrógadas entre algunos parlamentarios. Para muestra un botón: la ministra de Comercio Internacional, Anne-Marie Trevelyan, llegó a admitir que en una ocasión un diputado la empujó contra una pared y le hizo insinuaciones sexuales.