- Los movimientos izquierdistas y socialistas han crecido en EEUU durante los cuatro años de Gobierno de Donald Trump; un modelo de progresismo que tomó impulso con el movimiento Occupy Wall Street, en la década pasada, y se ha consolidado con las fallidas postulaciones del senador Bernie Sanders a la candidatura demócrata, además de con la llegada al Congreso de nuevos legisladores, como Alexandra Ocasio Cortez, que se declaran abiertamente socialistas.

“La gente se ha interesado todavía más durante la pandemia, que ha expuesto muy claramente cómo nuestro país opera para servir al 1% que está en la cúspide, a los ricos y a las corporaciones más grandes, mientras que la mayoría de la gente sufre y, francamente, muere”, comentó Ellen Miller, militante de una pequeña formación conocida como Alternativa Socialista, mientras protestaba en un parque del centro de Nueva York en apoyo a medidas de reducción de financiación de la Policía y de mayores impuestos a los ricos.

En otra protesta, a las afueras de una compañía eléctrica en Brooklyn, una veintena de personas se manifestaban contra la nueva construcción de una tubería de gas con carteles alusivos al cambio climático y cánticos a favor del medio ambiente y la economía sostenible.

En algunos de los letreros aparecían tres letras: DSA. Son las siglas, en inglés, de los Socialistas Democráticos de América, una de las organizaciones que más ha crecido, y a la que pertenece Ocasio-Cortez.

“Buscamos una sociedad y una economía que sea realmente democrática, elaborada por la gente, y para la gente, que no sea manejada sólo para el beneficio de una pequeña élite. Nos planteamos cómo ejercer controles en servicios que son de uso público, como la salud, la vivienda o la educación”, aseguró Chi Anunwa, una de las copresidentes de la rama neoyorquina de DSA.

La organización aboga por extender a toda la población el Medicare, el sistema de salud pública incentivado por Obama para la población más vulnerable, así como presionar por un salario mínimo de 15 dólares a la hora o por un nuevo pacto verde que acabe con las emisiones nocivas a la atmósfera.

La DSA -que no es un partido, recuerda Anunwa- tenía 8.000 miembros de pago hace cuatro años. Ahora cuenta con más de 70.000, y dos legisladores en el Congreso, que probablemente ampliará hasta cuatro en las próximas citas electorales.

“Desde que ganó Trump hemos crecido, en parte porque tenemos una generación más joven de personas que creció sin la carga ideológica de la Guerra Fría, y no asocia instintivamente el socialismo y el comunismo con los aspectos de otras generaciones”, cree Anunwa, de 31, años, que nació en el año en que cayó el muro de Berlín.

La DSA ha sido muy criticada por Donald Trump y el entorno republicano, que señala a los miembros del partido de ser amigos de los gobiernos de Cuba y Venezuela. Sin ir más lejos, el mandatario llegó a asegurar el jueves en un mensaje publicado en Twitter que los demócratas quieren convertir a Estados Unidos en “la Cuba comunista o la Venezuela socialista” si ganan las elecciones.

“Nuestros oponentes quieren convertir a Estados Unidos en la Cuba comunista o la Venezuela socialista”, señaló el actual presidente Trump a través de Twitter, en un mensaje en el que prometió que, “mientras él sea presidente”, la nación norteamericana “nunca será un país comunista”.

“El mayor punto en común de la organización con respecto a esos dos países”, respondió Anunwa, “es que EEUU debería de parar de inmiscuirse en sus asuntos, independientemente de cómo pueda la gente sentirse en lo relativo a Fidel Castro o Hugo Chávez. No se puede violar la soberanía de otros países”.

El candidato demócrata, Joe Biden, se ha desmarcado en repetidas ocasiones de los postulados más izquierdistas. “No hay una sola sílaba que jamás yo haya dicho que pudiera llevar a pensar que fui un socialista o un comunista”, ha dicho el candidato demócrata a la Casa Blanca recientemente.

“Biden tiene también sus problemas”, asegura Anunwa en este sentido. “No nos gusta que no apoye el Medicare para todos. Ni las leyes anti crimen que aprobó hace años. Si él gana, nosotros tenemos que mantenernos en movilización. Hay que construir un movimiento de izquierda potente en los EEUU, incluso aunque Trump se haya ido, que es lo que queremos todos”, añade.

No son palabras que caigan en saco roto. La protesta de Brooklyn, a la que ella asistió, tiene como diana al gobernador demócrata del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo. La organización de la que forman parte dos congresistas demócratas está protestando contra un prominente político de ese mismo partido.

La DSA, y otras organizaciones de izquierda, podrían estar, creen los analistas, llevando al partido azul a posiciones más progresistas.

Los candidatos de esos movimientos a las primarias demócratas, de cara a posiciones en el Congreso, se han mostrado fuertes en los procesos electorales internos, a menudo derrotando a candidatos más moderados, no sólo a la hora de aspirar a nuevos asientos, sino también al momento de defender los ya obtenidos. Una de las posibles reacciones ante el fenómeno es que los moderados acaben inclinándose a posturas más progresistas para lograr imponerse en las primarias.

“Es posible desplazar al Partido Demócrata hacia la izquierda. Los más centristas del partido se han visto forzados a abrirse porque los nuestros están ganando las primarias, con menos apoyo institucional, y menos fondos”, considera Anunwa.

Los movimientos socialistas, en conjunto, tienen opciones de conseguir un total de ocho escaños en el Congreso, todos ellos apoyados por el Partido Demócrata.

“Hay que construir un movimiento de izquierda fuerte en EEUU, incluso aunque Trump pierda”

Copresidenta de la DSA, en Nueva York