- El Tribunal Supremo de Israel comienza hoy dos días de audiencias previos a la toma de una decisión que los analistas describen como decisiva para el futuro de la democracia del país: permitir o no a Benjamín Netanyahu ocupar el cargo de primer ministro a pesar de estar acusado por corrupción.
Tras más de un año de bloqueo, el actual primer ministro en funciones y su rival, Beny Gantz, acordaron hace algunos días la formación de un gobierno de unidad en el que se alternarían en el cargo.
Múltiples organizaciones ciudadanas y un partido político denunciaron al Supremo este acuerdo, que también prevé la anexión de partes de Cisjordania ocupada. A esta denuncia se suman reclamaciones previas, postergadas durante meses por el Tribunal, que piden que se prohíba a Netanyahu ejercer el cargo de primer ministro en tanto esté acusado de corrupción. Estos grupos se basan en una ley que imposibilita a ministros ocupar su cargo mientras estén acusados pero no especifica nada para el caso de un jefe de gobierno.
Tanto el Likud de Netanyahu como el partido de Gantz, Azul y Blanco, llamaron al Tribunal a rechazar estas denuncias y basaron sus argumentos en la necesidad de respetar la voluntad popular, en la severidad de las consecuencias de incapacitar a un primer ministro y la urgencia de la situación actual que requiere de un Ejecutivo estable para enfrentar la pandemia.
El pasado jueves, el fiscal general del Estado, Avichai Mandelblit, dio su recomendación y señaló que no ve “impedimento legal” a que Netanyahu sea primer ministro en el nuevo Gobierno aunque enfatizó que el acuerdo de coalición con Gantz “incluye el consentimiento para la creación de un nuevo modelo de gobierno, que es antinatural para el sistema de gobierno israelí”.
La responsabilidad, así, recaerá en los jueces del Alto Tribunal, que no solo tendrán en cuenta consideraciones legales, sino las posibles consecuencias prácticas, como una inminente cuarta elección general en poco más de un año, en caso de fallar en contra del apodado Bibi.