Hong kong - Este admirador de Nelson Mandela y fanático de los videojuegos es ahora una de las figuras más célebres del movimiento prodemocrático en la excolonia británica y fue puesto en libertad el 17 de junio tras cumplir una condena de casi cinco semanas de prisión por su participación en la Revolución de los Paraguas de 2014. Su excarcelación se produjo en un momento crucial de la lucha de la ciudad por la libertad política: el día anterior, una multitudinaria manifestación -probablemente, la mayor de la historia de Hong Kong- obligó a la jefa del Gobierno local, Carrie Lam, a pedir disculpas por su manera de gestionar un proyecto de ley que permitía la extradición de fugitivos a la China continental. Aunque el joven secretario general del partido prodemócrata Demosisto asegura que ni él ni nadie puede representar a dos millones de manifestantes -cifra ofrecida por los organizadores de las protestas-, recuerda en una entrevista con Efe que en 2014 dijeron que volverían y recalca: “Aquí estamos de nuevo”.
China aseguró que no permitiría que se debatiera la cuestión de Hong Kong en la cumbre del G20. ¿Tienen acciones planeadas para dar visibilidad al tema en el ámbito internacional?
-Washington y Pekín están envueltos en una guerra comercial y hay una creciente conciencia internacional sobre el internamiento de más de un millón de musulmanes, en su mayoría uigures, en la región china de Xinjiang, y sobre los intentos chinos de interferir en la próspera democracia de Taiwán. Los manifestantes también son conscientes de ello e instaron a los partidarios a que mantuvieran sus acciones al menos hasta que se celebre la cumbre del G20 en Japón. Deberían tratar de asegurar que Hong Kong sea visto como un barómetro a través del cual la comunidad internacional juzgue cómo se comporta China, sin convertirse en un peón a sacrificar en las crecientes tensiones comerciales entre ambos.
¿Qué tácticas pueden dar mejores resultados en estas protestas que en la Revolución de los Paraguas?
-El movimiento de protesta democrática de Hong Kong ha regresado: más grande, más organizado, más fuerte y, en muchos sentidos, más inteligente, tras haber aprendido las lecciones de los fracasos del pasado. Al no haber líderes, ya no hay tensiones. Los manifestantes se movilizan para participar en actos de desobediencia civil a través de sistemas de mensajes encriptados y foros de discusión en redes sociales, sin miedo.
Acaba de recuperar la libertad. ¿Ha sufrido maltrato en la cárcel?
-No, pero tenían cámaras de seguridad las 24 horas sobre mí y el hecho de no saber qué hora del día era me agobiaba bastante.
Lo que comenzó como una petición de retirada de la polémica ley de extradición se ha transformado en una serie de exigencias al Ejecutivo. ¿Cómo cree que se resolverá esto?
-Lo prioritario es la retirada del proyecto de ley de extradición, si bien los manifestantes también exigimos ahora la renuncia de Carrie Lam, la liberación de todos los detenidos en las protestas, la eliminación de la etiqueta de “motín” adherida a las protestas en las noches del 9 y el 12 de junio y una investigación independiente sobre la brutalidad policial. Los agentes dispararon 150 ráfagas de gas lacrimógeno, cerca de otras 20 de munición antidisturbios y un número indeterminado de balas de goma que hirieron a 81 personas, entre ellas manifestantes pacíficos y periodistas.
Mañana es el 22 aniversario de la entrega de Hong Kong a China y los manifestantes planean una movilización masiva. ¿Qué expectativas tienen?
-No vamos a ceder, no hay temor. Esperamos que vuelva otro millón (de manifestantes) a las calles para exigir que el Gobierno elimine la ley. Pedimos libertad de organizar protestas, una promesa hecha por el régimen comunista, pero que ahora ignoran por completo.
¿Qué opina de que el Gobierno haya descalificado a legisladores electos, prohibido a activistas presentarse como candidatos, vetado a un partido político, encarcelado a líderes prodemocracia o expulsado a periodistas extranjeros?
-El ataque de las fuerzas policiales contra ciudadanos y activistas es absolutamente erróneo. Pekín pagará el precio de la represión humana en Hong Kong.
Hong Kong goza de cierta autonomía bajo el modelo “un país, dos sistemas”, que le permite mantener su sistema político y económico, y derechos como la libertad de expresión, de prensa o manifestación. ¿Cuál es su realidad actual?
-La realidad es que ahora mismo, la situación se resume en un país, un sistema y medio y terminará en un solo país con un solo sistema.
En 2047 Hong Kong se integrará plenamente en China y muchos temen que esto signifique el fin de la ciudad como sociedad democrática.
-Si hace 10 años alguien nos hubiera dicho que en 2047 China se parecería a Hong Kong, nos lo habríamos creído. Pero en la última década, hemos visto cómo el Partido Comunista busca hacer que Hong Kong sea cada vez más similar al resto de China. Pekín ni siquiera ha cumplido sus promesas a los británicos, que gobernaron el territorio durante 150 años. Acordaron conceder a Hong Kong el sufragio universal en 2007 para elegir directamente al jefe del Ejecutivo. Pero en 2003, después de las protestas masivas contra el artículo 23 -conocido como la Ley Antisubversiva-, el Gobierno central decidió privarnos de ese derecho como castigo. Así que hoy, aún no podemos votar a los que nos gobiernan. Por eso es por lo que estamos estado luchando, para conseguirlo.