Bruselas - La idea la desveló Lars Lokke Rasmussen, el primer ministro danés, a comienzos de mes. Pero sus raíces se encuentran en la Hungría de Víktor Orbán. El plan para crear un centro de asilo fuera de territorio comunitario recibe el respaldo de Austria y Países Bajos. Y se encuentra en el documento sobre el que los líderes europeos debatirán en la próxima cumbre de líderes europeos que arranca el jueves 28 en la capital comunitaria. Una cita que será la madre de todas las cumbres de los al menos dos últimos años y en la que todo apunta que la crisis migratoria eclipsará a temas como la reforma de la Eurozona o la guerra comercial con Estados Unidos.
En septiembre de 2015, durante el pico del drama de refugiados que desbordó las islas griegas, la UE cerró el pacto migratorio con Turquía, la creación de un centro extracomunitario supondría una réplica del mismo -salvando las distancias- para echar la llave a la ventana italiana. El objetivo sería el mismo: mantener a los refugiados, migrantes y solicitantes de asilo fuera de territorio UE.
En el borrador -visto por Aquí Europa- que ha propuesto Donald Tusk, presidente del Consejo, a los Estados miembros destacan varias ideas: no se puede permitir otro “flujo incontrolado” como el de 2015; “hay que reducir la inmigración ilegal” y “seguir apoyando a los guardacostas libios y países terceros”. “El Consejo apoya desarrollar el concepto de plataformas de desembarque regionales” para “diferenciar entre migrantes económicos y los que necesitan protección internacional y reducir los incentivos de arrojarse a viajes peligrosos”, reza el documento. En las quinielas ya suenan lugares como Albania o Túnez.
Sería una propuesta que fácilmente aceptaría el eje anti-inmigración de Austria, Visegrado o Italia, pero que no resolvería el problema migratorio de base. Y podría obtener también el visto bueno de los países con más presión migratoria. Pero no dejaría de ser otro parche a una política de asilo común que no vislumbra un consenso próximo. Las cuotas de refugiados que nacieron de la mano de Alemania y la Comisión Europea (proponían repartir a las personas que aguardan en Grecia e Italia en los Veintiocho a través de criterios objetivos) dividieron enormemente a las capitales europeas. Sin embargo, la esencia principal de sus diferencias es el Reglamento de Dublín, que establece que el primer de país de llegada debe gestionar el asilo. Un proceso que ha colapsado a los países de primera línea, especialmente a Grecia e Italia.
Que vuelvan por dónde vinieron El centro de solicitantes de asilo tendría como objetivo principal trasladar a todos aquellos que no reúnen las condiciones para obtener el estatus. Uno de los pilares de la política migratoria de la UE es incrementar el número de retornos, algo sobre lo que ya se han puesto las pilas Francia y Alemania. No obstante, la medida plantea hasta la fecha más interrogantes que detalles: qué lugar, cuál es el recorrido legal, están todos de acuerdo, después qué, con qué fondos, bajo qué condiciones, cuáles son las garantías.
La medida evoca al acuerdo de refugiados entre la UE y Ankara, que suscitó no pocas críticas de ONG internacionales por ceder a la Turquía de Erdogan la potestad de tres millones de refugiados sirios a cambio de dinero (3.000 millones) y avances en el proceso de adhesión. La sociedad civil se preguntaba si era Turquía un país seguro.
Dos años después de su entrada en vigor, la Comisión Europea se congratula: objetivo conseguido; apenas centenares de personas habían arribado en los últimos meses a través del Mediterráneo Oriental. Pero el cierre griego viró en el aumento de los solicitantes de asilo que optaron por la ruta del Mediterráneo Central -más larga y mortífera-, que conecta principalmente Libia con Italia. Roma llegó en febrero de 2016 a un acuerdo con el libio Mohamad Fayed al Serra con el objetivo de “detener el flujo de migrantes ilegales”. La UE le dio el beneplácito poco después. Pero Libia ni siquiera es Turquía. Es un Estado fallido sumido en el caos y dominado por milicias, por lo que el pacto comunitario con Trípoli se ha limitado a armar y formar a la Guardia Costera libia. La propuesta de Tusk avala continuar con este apoyo.