parís - A tan solo siete días del comienzo de la Eurocopa de fútbol, el Gobierno francés trata por todos los medios y con desigual fortuna de desactivar las huelgas que amenazan con paralizar el transporte por carretera, aéreo y ferroviario. Los anuncios de convocatorias y desconvocatorias de paros se suceden a tal velocidad que resulta difícil predecir a diario qué transportes estarán en funcionamiento o cuáles sufrirán retrasos por la acción sindical contra la reforma laboral propuesta por el Ejecutivo.
Mitigados los efectos sobre el aprovisionamiento de gasolina -el primer ministro, Manuel Valls, aseguró en una entrevista con Efe y otros medios internacionales que sólo el 4% de las gasolineras permanecen cerradas-, los problemas se concentran ahora en los trenes y los aviones. Aunque los cinco sindicatos franceses de controladores aéreos han desconvocado la huelga prevista entre hoy y el domingo, ayer se conoció que los pilotos de Air France planean parar del 11 al 14 de junio, en plena celebración de la Eurocopa. Esto contradice las palabras de Valls horas antes en la citada entrevista, donde aseguró que los pilotos se habían comprometido a no hacer huelga durante el torneo. “Si la hubiera, yo sería intransigente y pienso que la opinión pública no la aceptaría en un periodo tan importante”, señaló el primer ministro.
Sin embargo, el Sindicato Nacional de Pilotos de Línea (SNPL), mayoritario, ha sido respaldado por otras dos centrales, Spaf y Alter, en su llamamiento a un paro que justificaron por la política de ajustes de la dirección y por sus condiciones salariales. Una portavoz del SNPL indicó que la protesta ya había sido objeto de un referéndum entre los pilotos y que un 68 % de ellos votaron en favor de “un movimiento duradero”, aunque en esa consulta todavía no se habían fijado las fechas. Por el contrario, las cinco centrales sindicales con representación entre los controladores aéreos llegaron a un acuerdo con el Gobierno para que no haya una reducción de puestos en los próximos tres años, según el secretario de Estado de Transporte, Alain Vidalies.
Mientras, la situación parece estancarse en la huelga prorrogable a diario en la SNCF, la compañía pública de ferrocarriles, donde ayer la participación volvió a rondar el 15 %. Esa cifra fue suficiente para obligar a anular cuatro de cada diez trenes de alta velocidad y seis de cada diez en la periferia parisina, así como uno de cada dos regionales y dos de cada tres líneas de largo recorrido (Intercités).
Los paros en los transportes no están tanto fundamentados en la retirada de la polémica reforma laboral del Ejecutivo sino en demandas sectoriales, aunque en todos ellos el sindicato más beligerante es la CGT, que también lidera la oposición frontal al texto sobre el trabajo.
Ante esta situación, Valls quiso enviar un mensaje de calma a los aficionados que tienen previsto desplazarse al torneo de fútbol: “Se puede venir a Francia en coche, en avión y espero que en tren. Aún no hemos cerrado el acuerdo en la SNCF, pero no cederé en la reforma laboral porque haya una amenaza de huelga en los trenes”. Por si faltase algo, la crecida del río Sena a su paso por la región de París obligó ayer al cierre de algunos tramos de una de las líneas del cercanías de la capital francesa y se teme que las aguas alcancen su pico hoy.