La visita del Papa Francisco ayer a la sede del Parlamento Europeo y al Consejo de Europa fue breve. Ninguno de sus desplazamientos internacionales anteriores había sido tan corto. Apenas pasó cuatro horas en la capital alsaciana pero le dio tiempo suficiente para tirar de las orejas a unas instituciones que muchos ciudadanos sienten, explicó, “lejanas” e “incluso dañinas”, que ofrecen una imagen cansada y envejecida, “de una Europa que ya no es fértil ni vivaz”. En un discurso muy centrado en la dignidad humana y la necesidad de recuperar la solidaridad perdida, alertó de que “los grandes ideales que han inspirado Europa parecen haber perdido fuerza de atracción, en favor de tecnicismos burocráticos” y exhortó a trabajar “para que Europa redescubra su alma buena”.

Fueron casi cuarenta minutos de alocución en la que es la primera visita de un Papa al Parlamento Europeo en los últimos 26 años.

Un viaje rodeado de gran expectación que respondía a la invitación del presidente Martin Schulz y que incluyó el izado de la bandera y los himnos del Vaticano y de Europa. Poco después el pontífice arrancaba en el atril del hemiciclo un discurso, solo interrumpido por los numerosos aplausos de los más de setecientos eurodiputados que ocupaban ayer sus escaños, tanto de izquierdas como de derechas, en el que denunciaba la pérdida de valores, la existencia de estilos de vida egoístas, caracterizados por “una opulencia insostenible” y un “consumismo exasperado”. Francisco puso el acento en los muchos males que recorren Europa, cuya enfermedad más extendida, dijo, es la soledad especialmente entre los ancianos, jóvenes, pobres y también los inmigrantes. “No se puede tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio. En las barcazas que llegan cotidianamente a las costas europeas hay hombres y mujeres que necesitan acogida y ayuda”, advirtió arrancando de nuevo aplausos de un hemiciclo que precisamente ayer volvía a debatir por la tarde sobre política migratoria.

trabajo esclavo Alertó particularmente contra las soluciones individuales, que no tienen en cuenta la dignidad humana y favorecen el trabajo esclavo y las tensiones sociales, y reclamó a la UE una legislación adecuada, que actúe sobre las causas y no solo sobre los efectos.

No fue la única política que recriminó ayer el Papa a los legisladores europeos. “No se puede tolerar que millones de personas en todo el mundo se mueran de hambre mientras toneladas de restos de alimentos se desechan cada día en nuestras meses”, criticó sin olvidarse del drama del paro y de reclamar políticas que favorezcan trabajos dignos, que conjuguen la flexibilidad del mercado con la estabilidad y la seguridad de las perspectivas laborales. “Qué dignidad puede tener un hombre o una mujer cuando es objeto de todo tipo de discriminación? ¿Qué dignidad podrá encontrar una personas que no tiene qué comer o el mínimo necesario para vivir o, todavía peor, que no tiene el trabajo que le otorga dignidad?”, preguntó arrancando efusivos aplausos de la bancada de izquierdas que repitieron el gesto cuando puso el acento en la necesidad de construir una Europa que no gire en torno a la economía sino a los valores humanos.

El pontífice, al que Schulz regaló una edición de las memorias de Jean Monnet en castellano, también afeó a los políticos el haberse olvidado del lema de la Unión Europea como es Unidos en la diversidad. “Unidad no significa uniformidad política, económica, cultural o de pensamiento”, puntualizó. “Europa es una familia de pueblos que podrán sentir cercanas las instituciones si estas saben conjugar sabiamente el anhelado ideal de la unidad con la diversidad propia de cada uno, valorando todas las tradiciones, tomando conciencia de su historia, de sus raíces, liberándose de manipulaciones y fobias”, advirtió durante una alocución en italiano a la que siguió un encuentro con el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, el de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y el primer ministro de Italia, Matteo Renzi, cuyo país preside este semestre la UE y se desplazó ayer a la capital alsaciana para participar en la sesión solemne.

laicidad Pese al aplauso generalizado que cosechó ayer su intervención también hubo críticas. Aunque fueron escasas sus referencias al cristianismo las menciones fueron suficientes para enfadar a parte de la izquierda. “Considero fundamental la contribución del cristianismo”, dijo el Papa para añadir que “no constituye un peligro para la laicidad de los estados y para la independencia de las instituciones de la Unión sino un enriquecimiento. Los eurodiputados de IU, de ICV y AGE decidieron abandonar el hemiciclo porque “el Parlamento Europeo no es lugar para sermones religiosos”. Mientras tanto, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, alabó el discurso del pontífice e indicó que está seguro de que están de acuerdo en muchas cosas. “Me parece que este Papa es útil para la gente de abajo, para los que luchan por un mundo mejor y más justo”, señaló.