WASHINGTON El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, defendió ayer la operación militar en territorio libio que acabó con la captura del supuesto terrorista Anas al Libi, autor intelectual de los atentados contra las embajadas estadounidenses en Tanzania y Kenia en 1998. Según Kerry, fue una operación "apropiada y legal". Sin embargo, el Gobierno de transición libio la ha calificado de "secuestro" y ha pedido explicaciones a la Administración Obama. El secretario estadounidense rechazó las acusaciones, tachándolas de "infundadas", aunque reconoce que Washington no informó a Trípoli del operativo. Kerry aseguró, además, que Estados Unidos "nunca se detendrá" en su lucha contra el terror y que "seguirá tratando de llevar a los terroristas frente a la justicia de manera adecuada con la esperanza de que este tipo de actividades contra el mundo paren".
Mientras, Al Libi fue interrogado ayer a bordo del buque de guerra estadounidense San Antonio en el mar Mediterráneo, antes de ser trasladado a Nueva York para su juicio. El supuesto terrorista fue detenido el pasado sábado en una operación de soldados de la fuerza especial Delta del Ejército de Estados Unidos, la CIA y el FBI en territorio libio, en concreto, en la capital. Apenas comenzaba a despuntar el día cuando diez hombres enmascarados entraban sigilosamente en el casa de Al Libi cuando este se dirigía a la oración de la mañana.
Estados Unidos ha tenido a este cabecilla de Al Qaeda en su lista de sospechosos más buscados desde 2000 y un tribunal de Nueva York le acusó de conspiración con Bin Laden para atacar objetivos estadounidenses en Arabia Saudí, Yemen y Somalia, así como de los atentados contra las embajadas estadounidenses en Nairobi y Dar es Salaam, en los que murieron 224 personas. Las autoridades estadounidenses consideran a Al Libi "una potencial mina de oro con información de dos décadas acerca de Al Qaeda, desde sus primeros días a las órdenes de Osama bin Laden en Sudán hasta los elementos más dispersos en el presente", según The New York Times.
La decisión de interrogar a Al Libi sin la presencia de abogados sigue el patrón usado por el Gobierno del presidente Barack Obama con otros sospechosos, como Ahmed Abdulkadir Warsame, exjefe militar del grupo somalí Al Shabab. Soldados estadounidenses capturaron a Warsame en el golfo de Adén en 2011 y lo interrogaron a bordo de un buque durante casi dos meses sin que se le informara de sus derechos ni se le proveyera un abogado. Luego Warsame fue enviado a Manhattan para su enjuiciamiento. El Pentágono, en un comunicado distribuido un día después de la captura de Al Libi, señaló que el individuo "está detenido bajo la ley de guerra en un sitio seguro fuera de Libia".
El comunicado asegura que "nuestra prioridad siempre ha sido y es capturar a los sospechosos de terrorismo y salvaguardar la oportunidad de obtener información valiosa que nos ayude a proteger al pueblo estadounidense". El departamento se negó a confirmar que Anas al Libi será juzgado en Nueva York, pero dos fuentes lo consideraron probable.
Al mismo tiempo que se desarrollaba la operación en Libia, fuerzas especiales de la Marina de Estados Unidos asaltaron un punto en la costa somalí con la intención de capturar a un líder del grupo terrorista Al Shabab, responsable del ataque a un centro comercial en Nairobi el mes pasado. El asalto no tuvo éxito.
Vida en Inglaterra Al Libi, cuyo verdadero nombre es Nazih Abd al Hamid al Rughay, residió en la ciudad inglesa de Manchester, adonde llegó como refugiado político en 1995, hasta que, años después, las fuerzas del orden británicas le perdieron la pista. Su casa llegó a ser registrada por la policía y en ella las autoridades obtuvieron un manual de terrorismo. Entre otras cosas, el documento da información sobre falsificación de documentos, pisos francos, vigilancia, asesinatos, técnicas de cifrado e interrogación. También propone "hacer estallar y destruir embajadas y centros económicos vitales", así como el uso de explosivos, que "golpean al enemigo con puro miedo y terror".