BRUSELAS. El rey de Bélgica cumplió 79 años el pasado 6 de junio y es el más longevo de los soberanos reinantes con 19 años en el trono, y se disponía a celebrar sus dos décadas de reinado el próximo 9 de agosto.

Alberto II nació el 6 de junio de 1934 en el castillo de Stuyvenberg, en las afueras de Bruselas.

Nieto de Alberto I y de la reina Elisabeth, y tercer y último hijo de Leopoldo III y de su primera esposa, la reina Astrid, el futuro heredero recibió el título de príncipe de Lieja.

En 1935, Alberto II perdió a su madre, fallecida en un accidente de tráfico en Suiza.

Cinco años más tarde, y con motivo de la invasión de Bélgica durante la II Guerra Mundial, abandonó el país junto sus hermanos mayores, la princesa Josephine-Charlotte y el príncipe Balduino, para refugiarse en Francia y posteriormente en España.

Esta época convulsa obligó a Alberto II a alternar sus estudios secundarios entre Bélgica y Suiza, hasta que volvió definitivamente a Bélgica en julio de 1950, junto al rey Leopoldo III y el príncipe Balduino.

En julio de 1959, Alberto II contrajo matrimonio con Paola Ruffo di Calabria, de una familia noble italiana, con quien tuvo tres hijos: el príncipe Felipe (nacido el 15 de Abril de 1960), la princesa Astrid (5 de junio de 1962) y el príncipe Laurent (19 de octubre de 1963).

Su primogénito, el príncipe Felipe y su esposa Matilde d'Udekem d'Acoz, se convertirán en los próximos reyes de los belgas.

Antes de llegar al trono, el príncipe de Lieja ejerció como presidente honorario de la Cámara de Comercio Exterior de Bélgica, como responsable de la Caja General de Ahorros y de Pensiones y como presidente de la Cruz Roja de Bélgica.

También trabajó en las áreas de planificación urbana, protección medioambiental y en la conservación de lugares y bienes históricos, según destaca la Casa Real en su biografía oficial.

El 31 de julio de 1993, el rey Balduino murió de una parada cardíaca durante unas vacaciones en Motril (Granada), dejando a Alberto como primero en la línea sucesoria.

A sus 59 años, Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha fue coronado como sexto rey de Bélgica el 9 de agosto de ese mismo año.

Su reinado fue el primero bajo la nueva constitución belga de 1994, que proclamaba oficialmente el Estado federal y atribuía mayores competencias a las autoridades federales y comunales.

El federalismo ha marcado el reinado de Alberto II, que asumió como papel principal contribuir al entendimiento entre los diferentes niveles de administración y entre las tres comunidades lingüísticas del país: flamencos, francófonos y germanófonos.

El monarca se erigió artífice de la unidad nacional durante distintas crisis de Gobierno debidas a las tensiones entre regiones, y criticó abiertamente el separatismo flamenco y los discursos políticos xenófobos de partidos como el desaparecido Vlaams Block.

Durante la última y más larga de estas crisis políticas, que se prolongó entre abril y diciembre de 2011, Alberto II ejerció como anfitrión y mediador en las sucesivas reuniones entre partidos flamencos y valones, hasta que encargó formar Gobierno al líder socialista francófono, Elio Di Rupo, actual primer ministro del país.

Este papel ha sido reconocido y valorado por la ciudadanía, que le votó como "belga más popular del año" en 2011 y en varias encuestas recientes se ha mostrado a favor de su continuidad en el trono.

Su apoyo popular también se ha visto afectado por algunos de los diversos escándalos protagonizados por miembros de la familia real, como la fundación creada por la reina Fabiola para ahorrar impuestos a sus sucesores o los polémicos viajes y actividades privadas del príncipe Lorenzo, su hijo pequeño.

Uno de esos escándalos que le afectaron directamente ha sido la aparición de una supuesta hija ilegítima fruto de una relación extramatrimonial con la baronesa Sybille de Selys-Longchamps, que salió a la luz en 1999 como consecuencia de la publicación de una biografía no autorizada de la reina Paola.

Delphine Boël, la presunta hija de Alberto II solicitó recientemente ante la Justicia belga someter a pruebas de ADN al príncipe heredero Felipe y a su hermana Astrid con el fin de demostrar su parentesco.

Alberto II nunca ha admitido oficialmente que la mujer sea su hija, pero reconoció implícitamente su paternidad durante un discurso de Navidad en el que abordó la "crisis" que sufrió su relación con la reina, con quien se casó en 1959.