AL igual que el mandatario venezolano Hugo Chávez, su rival en estas elecciones, Henrique Capriles Radonski (Caracas, 1972), no ha perdido una elección popular. Con 26 años fue elegido legislador por el Estado de Zulia y se convirtió en el presidente de la Cámara de Diputados más joven de la historia del país. En aquel entonces, el poder legislativo era bicameral y Capriles ostentó también el cargo de vicepresidente del Parlamento, un puesto que le duró escasos meses después de que el Congreso fuera disuelto por orden de la Asamblea Nacional Constituyente convocada por el presidente Hugo Chávez. "No me preocupa el tiempo. Tengo casi veinte años menos que Chávez. No quiero volver al Congreso, pero sí tengo muchos deseos y toda la vocación por el servicio público", señaló entonces.

Su trayectoria es un ejemplo de esa convicción. Un año después fundó el partido Primero Justicia y fue elegido alcalde del municipio caraqueño de Baruta, al frente del cual estaría ocho años. Durante aquella gestión destacó su enfrentamiento con el Gobierno de Chávez por su actuación durante el golpe de Estado que sufrió el mandatario en abril de 2002. Un día después de que el presidente venezolano se viera obligado a abandonar el poder, la embajada de Cuba, ubicada en Baruta, fue rodeada por decenas de manifestantes furiosos ante los rumores de que en su interior se encontraban asilados chavistas.

Sus detractores, entre ellos el embajador cubano en 2002, Germán Sánchez Otero, acusan a Capriles de "inacción" en aquel asalto, durante el cual los radicales antichavistas cortaron la electricidad y el agua de la legación diplomática, cercaron a los funcionarios cubanos y destrozaron automóviles. Cuando Chávez recuperó el poder, acusó al entonces alcalde de Baruta del asalto a la embajada, hecho por el que estuvo encarcelado 119 días y por el que enfrentó un proceso judicial en el que finalmente fue exculpado.

Tras su paso por la Alcaldía de Baruta, Capriles cosechó otro triunfo en 2008 al arrebatar la gobernación del Estado de Miranda al entonces vicepresidente Diosdado Cabello, una de las figuras más relevantes del chavismo y actual presidente de la Asamblea Nacional. Capriles abandonó este puesto al iniciarse la campaña electoral de las presidenciales, después de ser elegido en febrero pasado candidato de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) en unas inéditas elecciones primarias abiertas. Su último triunfo tuvo lugar el pasado domingo, cuando logró reunir a cientos de miles de personas en su cierre de su campaña en Caracas. Capriles despierta esperanza entre la oposición después de casi 14 años de fracasos y errores. Y si hoy se quede a las puertas de la presidencia, puede considerar como una victoria más el haberse convertido en la revelación de esta campaña.

Modelo LUla En su carrera hacia la presidencia, Capriles, el flaco, defiende "el modelo brasileño" impulsado por Lula da Silva. "Brasil vivió una situación similar a la de Venezuela hoy y es ahora un país que crece económicamente, sacó a veinte millones de personas de la pobreza y generó 16 millones de empleos formales", manifiesta. Según Capriles, "Brasil tiene un modelo que combina lo público y lo privado y que puede ser replicado". El candidato opositor ha anunciado que en su Gobierno se acabarán las expropiaciones y nacionalizaciones, que respetará la propiedad privada e invitará a la inversión extranjera. El candidato siempre ha mostrado su admiración por la gestión de Da Silva, pese a que el oficialismo trata de vincularlo con la derecha y la versión más radical del neoliberalismo.

A la pregunta de "¿Cómo se define?", Capriles respondió el pasado abril: "Soy venezolano, servidor público y progresista". El candidato unitario de la oposición apuesta por la educación para erradicar los principales problemas de Venezuela, entre ellos la inseguridad. "Hay que atacar la raíz del problema, la ausencia de docentes e infraestructura de calidad se traduce en falta de oportunidades y desigualdad social", apuntó entonces Capriles. Según el opositor, "hay que empezar por el mal funcionamiento de los servicios públicos".

política asistencial En cuanto a las misiones, eje de la política asistencial del actual Gobierno, el programa de Capriles apuesta por "crear nuevas misiones, mantener las que existen y mejorar las que no funcionan". Entre las nuevas misiones incluye la denominada Hambre Cero, con la que busca garantizar el sustento alimenticio de todos los venezolanos y que recuerda al exitoso programa impulsado en 2003 por el expresidente Lula da Silva en Brasil.

Otro de los principales temas de debate es el petróleo, cuestión sobre la que los candidatos tienen visiones contrapuestas. Capriles ya ha adelantado que quiere "dejar de regalar el petróleo". Y es que, según sus cálculos, el Gobierno envía crudo a Argentina, Bielorrusia, Bolivia, China, Cuba y Nicaragua con descuentos por 7.000 millones de dólares. Para la petrolera estatal PDVSA apuesta por darle autonomía funcional: "Gerenciar eficientemente nuestra industria petrolera nos va a permitir hacer mucho más con la misma base de recursos", asegura.