PARÍS. Según Radio France Internationale (RFI), Mitterrand había sido hospitalzada el pasado viernes a causa de una anemia y de problemas respiratorios. Los últimos años de su larga vida los dedicó a France Libertés, una fundación creada por ella misma hacía 25 años para defender los Derechos Humanos y los derechos de los pueblos.
Nacida en 1924 como Danielle Gouze, a los 17 años se unió a la Resistencia contra la invasión nazi como agente de enlace, mientras sus padres daban cobijo a los partisanos. A principios de 1944, su hermana Christine Gouze le presentó a François Morland, nombre de guerra de François Mitterrand, con quien se casó meses más tarde.
El matrimonio tuvo tres hijos: Pascal, nacido en 1945 y muerto a los dos meses; Jean-Christophe, nacido en 1946; y Gilbert, en 1949. El 22 de mayo de 1981, se convirtió en 'primera dama' (expresión que nunca le agradó) con la llegada a la Presidencia de la República de su marido, el socialista François Mitterrand.
UNA 'PRIMERA DAMA' COMBATIVA Miterrand ejerció la Presidencia de Francia hasta mayo de 1995 y falleció en enero de 1996 a causa de un cáncer de próstata. Durante sus catorce años como esposa del presidente, Danielle Mitterrand no supo someterse al papel decorativo de 'primera dama' y se implicó en los problemas de las personas más desfavorecidas, tanto en Francia como en el resto del mundo.
En ese periodo, recibió numerosas cartas e incluso llegó a reclamar personalmente la implicación de los ministros de su marido para buscar soluciones a los problemas que se le exponían. En 1986 puso en marcha la fundación France Libertés, desde la que luchó por los "derechos de los pueblos" y criticó duramente "un capitalismo que se destruye a sí mismo, víctima de su desmesura totalitaria y de su desprecio por los valores humanos no mercantiles", según sus propias palabras.
En los años de la Presidencia de su marido, Danielle Mitterrand se implicó también en la lucha por los derechos de los kurdos y los tibetanos y visitó en numerosas ocasiones al expresidente cubano Fidel Castro, lo que le permitió conseguir la liberación de numerosos presos políticos de la isla.
Tampoco tuvo problemas para opinar sobre la política interna de su país. En diciembre de 1986, no dudó en criticar al Gobierno del conservador Jacques Chirac (sucesor de su marido en la Presidencia), en plena 'cohabitción' con los socialistas. En 1993, el turno le tocó al ministro del Interior, Charles Pasqua, a causa de su política sobre inmigración.