El cairo. La brecha entre la minoría cristiana copta en Egipto y la junta militar que gobierna el país se hizo ayer evidente con el clamor de miles de coptos en contra del Ejército, que calificó los enfrentamientos de ayer de intentos de desestabilización. Al grito de "el pueblo quiere la caída del mariscal (Husein Tantaui)" miles de personas pidieron ayer la dimisión del jefe del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que dirige Egipto desde la caída del régimen de Hosni Mubarak, el pasado febrero.

El funeral celebrado ayer en El Cairo por los fallecidos la pasada noche durante los enfrentamientos entre el Ejército y los manifestantes coptos se convirtió así en la escenificación de la ira y el malestar contra las Fuerzas Armadas. La quema de una iglesia en la población de Edfu, en el sur del país, fue el origen de la concentración a las puertas del edificio de la radiotelevisión egipcia y, aunque no está claro el origen de la refriega, los coptos aseguraron Ejército y de baltagueya, o matones.

"¿Por qué en Egipto todos pueden manifestarse menos los coptos? ¿Cómo vamos nosotros a atacar al ejército cuando no lo hemos hecho en todo este tiempo?", gritaba desconsolada Asisa Feiz, vestida de luto riguroso, en las puertas del Hospital Copto. En este centro médico se encuentran la mayoría de los más de 300 heridos y las víctimas mortales, que según fuentes oficiales ascienden a 26, de ellas al menos 20 civiles.

Sin embargo, varias organizaciones coptas denuncian que la cifra de víctimas mortales es aún mayor, aunque no ha sido dada aún a conocer por las autoridades.

Los gritos de desconsuelo de los familiares y las lágrimas de los amigos de los fallecidos se mezclaban con las consignas de los manifestantes que, a las puertas del hospital, pedían explicaciones a la junta militar. Uno de los manifestantes, que no quiso identificarse, aseguró: "Los musulmanes destruyeron muchas iglesias y las autoridades nunca hicieron nada solo porque somos cristianos. Nos consideran ciudadanos de segunda categoría".

En respuesta a este sentimiento de furia ante la escasa regularización de las iglesias cristianas, el Consejo de Ministros, reunido de urgencia, presentó ayer un proyecto de ley para "legalizar la situación de los templos sin licencia", según la agencia oficial Mena. También se reunieron ayer los dirigentes castrenses, quienes dijeron en un comunicado que los incidentes de la víspera fueron "intentos de destruir los pilares del Estado y propagar el caos para impedir la transición democrática deseada", sin concretar quién está detrás de estos intentos.

Los militares aseguraron que permanecerán en el poder hasta las elecciones presidenciales, cuya fecha aun no está definida, y agregaron que no responderán a "los intentos de crear discordia entre las Fuerzas Armadas y el pueblo".

Esto "podría tener efectos peligrosos sobre la seguridad nacional", según el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que tomará "todas las medidas necesarias para controlar la situación y proteger la seguridad del país".

Además, la junta militar encargó la formación de una comisión para investigar los hechos al Consejo de Ministros, que a su vez encomendó esta misión a un comité presidido por el titular de Justicia, que también debe aclarar las circunstancias acerca del incendio de la iglesia que detonó los enfrentamientos.

Por su parte, el movimiento islámico de los Hermanos Musulmanes aseguró que "no es el momento adecuado" para que los coptos se manifiesten y pidió "paciencia" a los cristianos, que representan un 10% de la población del país.