SYDNEY. Brisbane, la tercera mayor ciudad de Australia, quedó hoy como una "zona de guerra" tras ser arrasada esta semana por las peores inundaciones que se recuerdan en un siglo y que provocaron gigantescos destrozos.
Así describió la situación la jefa del gobierno del estado de Queensland, Anna Bligh, quien añadió: "Hemos visto escenas de devastación y destrucción increíbles, barrios enteros donde se pueden ver sólo los tejados, donde centros de trabajo enteros han quedado totalmente bajo el agua".
Bligh, quien comparece cada dos horas por televisión para ofrecer nuevos datos, declaró que tres cuartas partes de Queensland "han experimentado un alto nivel de destrucción con las furiosas riadas, y ahora nos enfrentamos a una reconstrucción de proporciones de posguerra".
A pie de calle, miles de ciudadanos que ayer fueron evacuados se acercaron esta mañana hasta la orilla del río para ir descubriendo poco a poco que, a pesar de que la crecida del río fue menor de la esperada, la magnitud de la tragedia ha sido enorme.
Mientras tanto, sigue creciendo el número de fallecidos, que ya asciende a 15 desde el lunes.
Un joven de 24 años fue tragado hoy por una alcantarilla cuando intentaba visitar la casa de su padre se convirtió en la primera víctima mortal en Brisbane.
Los equipos de rescate encontraron luego el cuerpo sin vida de un hombre en el valle del río Lockyer. Esa región fue arrasada el lunes por una pared de agua de ocho metros de altura, y se sigue buscando a casi 70 desaparecidos.
Al sur de Queensland, las riadas también ya han dejado incomunicadas a 4.500 personas en Nueva Gales del Sur y anegado algunas zonas del oeste de Victoria.
En el este del país los damnificados superan los 200.000, y la alerta por inundaciones se ha extendido a todos los estados menos Camberra, el territorio de la capital federal.
Desde noviembre los muertos suman 26 y los expertos calculan que el daño para la economía australiana será superior al que provocó en 2005 el huracán Katrina en Estados Unidos.