Buena parte de los coches modernos recogen automáticamente los retrovisores al cerrar el vehículo después de haber aparcado, sin necesidad de que nosotros hagamos nada. Incluso también permiten que lo haga el propio conductor con el coche en marcha apretando un botón. Puede ser muy útil en situaciones como el paso por una calle muy estrecha o a la hora de aparcar junto a una columna, ya que facilita las maniobras aunque momentáneamente se pierda bastante visibilidad. Y tampoco es raro ver a personas con vehículos más antiguos que no tienen esa opción en sus coches y que doblan esos espejos manualmente después de aparcar para que no sobresalgan y que se queden más pegados a la carrocería.

Ventajas de plegar los espejos

Las ventajas de plegar los retrovisores son bastante evidentes: los espejos quedan más protegidos al agruparse con el resto del coche, están menos expuestos a los posibles golpes de otros coches, autobuses, camiones o cualquier otro tipo de vehículo, o incluso al vandalismo de personas que ven en ellos el blanco fácil para descargar su ira, preferentemente las noches de los fines de semana en determinadas ciudades o zonas.

Porque está claro que sin retrovisores no se puede circular. Son obligatorios (en los turismos y en los vehículos que cuenten con hasta nueve plazas) el exterior izquierdo y el interior, mientras que el derecho, que hace ya muchos años que lo llevan de serie todos los coches nuevos, es opcional. De hecho no llevar los espejos obligatorios conlleva una multa de 200 euros e incluso puede provocar la inmovilización del vehículo si los agentes que den el alto al conductor consideran que circular sin alguno de ellos puede suponer un peligro importante para la circulación de ese coche y de los demás que comparten la vía con él.

El peligro que entraña

Pero aunque dejar los espejos retrovisores plegados al abandonar el coche parece que sólo ofrece ventajas, hay una razón por la que habría que plantearse si no es mejor que se queden extendidos (se puede cancelar manualmente el replegado automático), como los llevamos cuando vamos conduciendo. El motivo es que cuando los espejos están desplegados, la anchura de nuestro coche aumenta visualmente para el resto de conductores. Así, cuando quieran maniobrar tendrán en cuenta nuestros retrovisores y dejarán más espacio del que dejarían si estuvieran plegados, lo que hará que haya menos probabilidades de que le den un golpe a cualquier parte de nuestro vehículo.